Buen día, les doy nuevamente la bienvenida al blog de la novela Para decir adiós: Las
dos Princesas.
Para quienes me honran visitándome por primera vez, debo decirles que Las dos Princesas es la primera de tres
partes de una historia de fantasía que narra la travesía de Montserrat para
saber a donde partió Colorcito al morir.
Pero no solo es una narración de aventuras sino una historia acerca
de la redención, del daño que nos trae el llevar la carga del odio en
nuestra vida y de lo peligrosas que pueden ser las obsesiones.
Como lo he comentado en otras ocasiones Para decir adiós, al menos en su primera parte, será publicado por Editorial Endira, a la fecha he compartido los capítulos uno al siete, el que presento hoy es el número 10, sin embargo es una historia independiente, un "cuento dentro del cuento", para el cual no necesitas conocer ninguna información previa de los capítulos restantes, así que no debes preocuparte por el salto entre capítulos.
Este será el ultimo de los capítulos que se compartan en el blog, espero que la historia te haya resultado lo suficientemente interesante como para animarte a leer el libro completo, será un honor que sepas el destino final de Löria y Montserrat.
Cuando terminé de escribir éste pequeño cuento, el cual debo admitir es de mis capítulos favoritos, y lo releí varias veces para corregirlo, me di cuenta que tiene un paralelismo con una historia religiosa, a todos los que la encuentren y la comenten les otorgaré un pequeño premio.
Sin más preámbulos los dejo con:
Este será el ultimo de los capítulos que se compartan en el blog, espero que la historia te haya resultado lo suficientemente interesante como para animarte a leer el libro completo, será un honor que sepas el destino final de Löria y Montserrat.
Cuando terminé de escribir éste pequeño cuento, el cual debo admitir es de mis capítulos favoritos, y lo releí varias veces para corregirlo, me di cuenta que tiene un paralelismo con una historia religiosa, a todos los que la encuentren y la comenten les otorgaré un pequeño premio.
Sin más preámbulos los dejo con:
EL MAGO
Y LA PRINCESA.
Hace muchos, muchos años, tantos que esta historia no es conocida
ni siquiera por el padre del abuelo de tu abuelo, en un prospero Principado
vivía un sabio y justo Príncipe, que premiado por la vida por su enorme bondad,
conoció a la más bella de las mujeres sobre la tierra, solo la nobleza que
había en su corazón podía rivalizar con la belleza de aquella inteligente
mujer.
Para ellos transcurrieron varios años
de feliz matrimonio, solo ensombrecidos por la ausencia de un vástago, sin
poder conseguir la llegada de su primogénito, el desesperado Príncipe suplicó
ayuda, llamando a los hombres más sabios del mundo, pero ninguno pudo
socorrerle, hasta que un hechicero de tierras lejanas se presentó ante él y
después de pasar días revisando la condición de su amada esposa, le señaló que
la razón de la esterilidad de la Princesa, era la furia desatada en su contra
por la madre naturaleza, molesta porque aquellos mortales contaban con
todas las riquezas que estaban reservadas para los seres mágicos, así que le
aconsejó ofrecerle un gran sacrificio para conseguir su gracia.
Fue así como durante un largo tiempo la
guardia personal del afligido Príncipe se encargó de capturar a miles de
ciervos, los cuales serían quemados en una enorme pira a las afueras del
Principado como un tributo a la naturaleza.
En el momento en que estaba a punto de
encender las llamas, el sabio Príncipe recapacitó sobre lo ilógico y cruel de
sus actos, se detuvo y liberó a los ciervos, quienes corrieron en estampida por
todo el Principado huyendo de lo que parecía una muerte segura, con excepción
de uno, el más grande y bello de ellos, el cual sin ningún temor se acercó
hasta el Príncipe y comenzó a lamer su mano, el arrepentido hombre le
acarició el lomo y con lágrimas en los ojos se arrodilló ante él y desconsolado
le pidió disculpas por el acto de barbarie que estuvo a punto de cometer,
entonces el ciervo comenzó a brillar y se transformó en un imponente Rey que
portaba una magnifica corona de ramas y una capa formada por aves vivas todas
de color azul intenso, las cuales revoloteaban alegremente tras de él, el
Rey se acercó y le dijo al Príncipe, con una poderosa voz que sonaba como un
trueno:
“Eres un hombre sabio y sobre todo de
nobles sentimientos, gracias por confirmar mi fe en los mortales, por favor haz
venir a tu esposa.”
La hermosa Princesa se acercó, el alto
Rey se inclinó y le dio un beso en la frente, mientras las azules aves que
formaban su capa comenzaron a revolotear en círculos alrededor de ella,
entonces el Rey se alejó y se despidió lleno de dicha de sus nuevos amigos,
diciéndoles:
“La Magia me dice que a partir de este
momento nuestros destinos estarán unidos, ahora debo irme pero les aseguro que
nos volveremos a ver el día que nazca la hermosa Princesa.”
Al escuchar aquello el hombre y la
mujer, llenos de la más inmensa dicha, se fundieron en un abrazo.
Fueron nueve meses de celebración y
alegría en el Principado, el Príncipe con gratitud hacia la vida se volvió aún
más justo y compartió su riqueza y su infinita alegría con todos sus súbditos.
Cuando el esperado anuncio del
nacimiento llegó, fue vitoreado por todos los pobladores del Principado, así
como por múltiples invitados que habían viajado de todos los rincones del
mundo, los cuales se encontraban desde días atrás en vigilia esperando la llegada
de la pequeña Princesa, entre ellos estaba expectante la Familia Real de los
Elfos y las Hadas, el mágico Rey al escuchar el anuncio, en celebración hizo
que el cielo se llenara de espectaculares figuras de fuego, al cesar el
espectáculo toda la Familia Real se transformó en colibríes y llegaron volando
hasta la alta torre para conocer a la pequeña Princesa.
Todos estaban maravillados por su
belleza, se trataba de la más hermosa Princesa que jamás se hubiera visto en la
tierra, su perfección rivalizaba con la de las mismas Hadas, tanto que el
tratar de describirla resultaría totalmente inútil.
En esos días no podría haber existido
hombre más feliz y lleno de orgullo que el Príncipe, quien decidió llamar a su
pequeña con el nombre de su adorada esposa, Alessandra.
Quisiera poder decir que a partir de
ahí todos vivieron felices para siempre, pero la magia de la vida es que no
está solo formada por momentos de infinita alegría sino también por algunos de
profunda tristeza, esto es así porque al no ser tan sabios, sin existir ambos
momentos, los mortales no podrían diferenciar los unos de los otros,
volviéndose conformistas y dejando de brindar a otros felicidad.
Al cabo de dos años la Princesa madre
enfermó y a pesar de haber hecho todo lo posible por curarla, un aciago día,
finalmente murió, el Príncipe continuaba llorando su perdida cuando fue
visitado por el Rey de los Elfos y las Hadas, quien le dio un fuerte abrazo,
diciéndole:
“Disculpa mi tardanza buen amigo,
hubiera querido estar aquí antes y poder hacer algo por ella.”
El Príncipe lo vio y con sincero
agradecimiento le dijo:
“Lo hiciste, le regalaste los años más
felices de su vida.”
El Rey de los Elfos volvió a darle un
fuerte abrazo a su incondicional amigo y preguntándose cómo aquel hombre podría
reponerse de tan profunda perdida, solo alcanzó a decirle:
“Te juro que siempre velaré por tu
hija.”
A pesar de la alegría de tener a su
hija consigo, el Príncipe nunca volvió a ser el mismo, así pasaron algunos
años, en los cuales el Príncipe volcó todo su amor hacia su pequeña Princesa,
llenándola de mimos y cuantos caprichos ella quería, en su cumpleaños número
nueve su padre hizo traer todo tipo de atracciones que pudieran alegrar a su
pequeña.
Arlequines, malabaristas, bufones y
magos fueron convocados a ofrecer su mejor espectáculo, fue una fiesta en la
que participó el pueblo entero, todos estaban llenos de alegría, sobre todo
Alessandra, quien estaba particularmente encantada con un niño mago y sus
sorprendentes trucos, el noble Príncipe invitó al humilde mago a que se
acercara hasta Alessandra y se quedara a jugar con ella, para beneplácito de la
Princesa el niño prosiguió haciéndole mágicos trucos cada vez más
sorprendentes, Alessandra como premio le dio dos besos en las mejillas, el niño
la vio a los ojos y quedó perdidamente enamorado de ella.
Al final de la fiesta los guardias
reales tenían preparada una sorpresa para Alessandra, harían un espectáculo en
el que lanzarían dagas hacia diversos blancos móviles, en ese justo momento Alessandra
vio que al fondo del salón, su padre preparaba el último regalo de la noche,
una cuadrilla de espectaculares ponis, la pequeña no advirtió el peligro y
corrió hacia su padre en el momento en que las dagas eran lanzadas.
Para el Príncipe el tiempo se detuvo en
ese momento y sintió morir mil veces al ver como una de las dagas se impactaba
directamente en el corazón de su pequeña, los gritos de dolor eran
indescriptibles, el pequeño mago corrió hacia el cuerpo de Alessandra, el cual
perdía el ultimo soplo de vida, la abrazó con suma ternura e inició un canto,
entonces una suave brisa inundó el salón, concentrándose después en su
totalidad en Alessandra, quien se repuso como si nada hubiera ocurrido.
El Príncipe abrazó a su hija sin querer
soltarla nunca más, pensando que si lo hacía algo grave volvería a ocurrirle,
en ese momento llamó ceremoniosamente al pequeño niño y cuando este estuvo
justo frente a él, le dijo:
“Pide lo que quieras, no tengo como
pagarte lo que has hecho hoy por mí.”
El niño se quedó viendo a Alessandra y
dijo:
“Solo quiero que me permitas ver cada
día a la Princesa.”
El Príncipe hizo una reverencia y le
respondió:
“Concedido.”
Los años pasaron, el mago sin falta
acudió cada día a jugar con la pequeña, ella lo recibía con gran alegría y
esperaba con ansía que éste le enseñara cada uno de los nuevos trucos que había
creado especialmente para ella, sin embargo a medida que los años iban
transcurriendo, también iba quedando atrás el interés de la Princesa por el
mago, hasta que fue evidentemente notorio su hartazgo por él sin importar cuán
compleja y especial fuera la magia que le ofrecía, así los niños dejaron atrás
su infancia hasta volverse jóvenes y la consentida Princesa tuvo otros
intereses, finalmente un día ya no quiso volver a recibir al joven mago.
Alessandra se había convertido ya en
una hermosa mujer, sin lugar a dudas se podría aseverar que se trataba de la
más hermosa mujer que había caminado sobre la tierra, por ello el Principado
era continuamente visitado por Reyes y Príncipes de todos los rincones del
mundo, quienes llenaban de lujosos tributos a Alessandra, la cual se regocijaba
con el efecto que su belleza producía en quienes la admiraban.
Antes de su vigésimo cumpleaños, cuando
su padre organizaba su fiesta de celebración, el cansado cuerpo del Príncipe no
pudo soportar más y una noche antes de dormir llamó a Alessandra para
despedirse de ella, le dio un fuerte abrazo y entonces el Príncipe murió, fue
una noche muy triste para todos en el Principado, el pueblo entero honró al
sabio jerarca durante sus funerales.
Al cabo de unos días y cuando todos
pensaron que la fiesta de cumpleaños de la Princesa sería cancelada con motivo
del evidente duelo, Alessandra los sorprendió organizando un fastuoso y
frívolo baile al que se invitó a todos los nobles de cuantos Reinos
existían en el mundo conocido, la invitación era muy clara en un aspecto, para
que ellos pudieran ser recibidos deberían llevar un único regalo, el cual
tendría que ser seleccionado por su portador con sumo cuidado porque de él
dependería a quien elegiría la Princesa como su futuro consorte.
El esperado baile comenzó y justo antes
de la cena, todos los nobles desfilaron presentando sus regalos ante la
Princesa Alessandra, eran fastuosas joyas y vestidos, incluso hubo varios que
le regalaron enormes castillos o grandes extensiones de tierra, pero ninguno
había logrado sorprender a la altiva Princesa, quien mostró su desgano hasta
que un arrogante joven Rey se presentó ante ella, resguardado por cientos de
soldados y le dijo con evidente soberbia:
“Princesa Di Benavento, tu belleza no
tiene igual en el mundo, así como tampoco lo tiene la gloria de mis conquistas,
poseo el ejército más grande y poderoso que la historia de la humanidad
haya visto, soy amo y señor de la vida y la muerte de cada uno de mis caudillos
y con ellos te ofrezco lo que ninguno de estos nobles podría ofrecerte.”
Hizo una pausa, mientras se acercaba
más a la Princesa, quien lo veía con gran interés, él le tomó la mano, le dio
un beso en ella y le dijo:
“Conquistar el mundo para ti.”
La Princesa sonrió ante aquella
declaración, mientras una exclamación inundaba el gigantesco salón, el resto de
los nobles al escuchar aquello, decepcionados comenzaron a abandonar el
salón, era evidente que no tenían como competir contra aquel magnífico regalo,
todos excepto uno, quien no se movió del centro del salón mientras la
fila de los que salían cada vez se hacía más grande.
En realidad el único que permaneció
inmóvil ni siquiera era un noble, se trataba del humilde mago, quien con
inmensa seguridad, ante la atónita mirada de todos los presentes, caminó hacia
la Princesa abriéndose paso entre los guardias que la rodeaban, al estar frente
a ella, la tomó de la mano y le dijo:
“Alessandra, te he amado desde la
primera vez que te vi cuando aún éramos niños, he vivido amándote desde ese
momento y continuaré haciéndolo por el resto de mi vida.”
Mientras el joven Rey lo veía
burlonamente, La Princesa le lanzó una mirada de desdén, se puso de pie, lo
apartó de su lado y le dijo:
“Que puede ofrecerme un exiguo mago
como tú, cuando ahora puedo tener el mundo entero a mis pies”
El mago no se sintió herido por
aquellas palabras, pues contaba con la seguridad que su magnífico regalo
abriría el corazón de la orgullosa Princesa, por lo que viéndola con gran
pasión se acercó nuevamente a ella, puso una de sus manos en su corazón y
la otra en el corazón de ella y le dijo:
“Este es mi regalo.
Es la eterna felicidad.”
El joven mago la vio directamente a los
ojos por varios segundos mientras Alessandra le devolvía fijamente la mirada,
fueron los momentos de mayor felicidad para el mago en toda su vida, mientras
en su mente pasaban visiones del feliz futuro que tendría al lado de su amada
se decidió a besarla, pero justo cuando estaba a punto de consumar aquel beso,
la Princesa lo detuvo bruscamente mientras lanzó una carcajada que resonó por
todo el salón, el mago la vio sorprendido mientras ella le decía gritándole y
riéndose sin parar a sonoras carcajadas:
“En verdad eso es lo más ridículo que
he escuchado.”
Todos en el salón se unieron a aquella
cruel burla, haciendo que sus carcajadas acompañaran a las de la Princesa, el
mago se acercó nuevamente a ella, inclinándose ante sus pies y le dijo:
“Alessandra, quizá no escuchaste bien,
te ofrezco la felicidad eterna.”
Ella lo alejó de una patada, para
cuando el mago se encontraba en el piso, la altiva Princesa le gritó:
“Ridículo hombrecito, qué crees que te
da el derecho de dirigirte a mí por mi nombre, a mí, la Princesa Alessandra Di
Benavento, regente de éste lugar y futura Emperatriz del mundo.
Lárgate de aquí llevándote tus
ridículos sueños.”
Mientras el Mago se ponía de pie y se
alejaba, ella volvió a patearlo con desdén mientras todos seguían burlándose a
carcajadas del mago, quien caminó cabizbajo hacia la salida del salón, sin
embargo antes de llegar a la gran puerta, lleno de fuerza dio media vuelta y le
gritó a la cruel Princesa:
“Has despreciado mi regalo con burlas y
humillaciones, hoy con enorme tristeza he visto que no sabes amar, sin embargo
por más que lo intente, yo a ti no puedo dejar de amarte, así que en honor a lo
que sentiré toda mi vida por ti, te brindaré como regalo de bodas el don de
amar, por tanto te juro que mientras yo viva, mi magia hará que puedas amar a
todas las personas y así finalmente encontraras la verdadera felicidad que te
niegas a ver.”
La Princesa lo vio con desdén por
última vez, murmurando:
“Ridículo mago”
Después se volteó y se dirigió al Rey,
diciéndole altivamente y en voz muy alta, con la intención de que sus palabras
fueran escuchadas en todo el salón como una muestra de su poder:
“Mi futuro consorte, dices ser dueño de
la vida y la muerte, demuéstraselo a la que será tú Emperatriz, acaba para mí
con la miserable vida de ese mago puesto que en estos momentos la simple idea
de su existencia me resulta insoportable.”
El cruel Rey sonrió e hizo señas a sus
guardias quienes de inmediato corrieron hacia donde se encontraba el mago, éste
al verlos venir con las espadas desenvainadas en su contra no intentó huir, ni
siquiera les presentó resistencia alguna, únicamente se quedó de pie,
esperando la llegada de su fatal destino, sus ojos buscaron a la Princesa
Alessandra para dirigirle la que sabía sería su última mirada a aquella que
había amado desde su niñez.
Quienes presenciaron el brutal
acto y tuvieron la oportunidad de ver directamente a los ojos del mago quedaron
intrigados al percatarse que mientras los guardias corrían hacia él, en esa mirada
que buscó incesantemente los ojos de la Princesa, hubo primero una profunda
sorpresa, que dio paso a la más inmensa tristeza que alguien pudiera haber
visto, para finalmente, mientras las espadas atravesaban su cuerpo y el último
aliento de su vida se escapaba, la mirada que se dirigía a la hermosa
mujer, la cual ni siquiera por un instante denotó ningún rencor, ya no
fuera una señal de amor sino únicamente de una profunda e inmensa lástima.
La Princesa vio complacida como los
guardias habían acabado con la vida del mago, entonces atravesó todo el salón
para dirigirse hasta donde se encontraba el inerte cuerpo y llena de desdén les
dijo a los guardias del que pronto sería su ejército:
“Que esperan, hay basura en el medio
del salón, sáquenla de inmediato.”
Luego volteó a ver a todos sus
invitados y dando escandalosos aplausos, les dijo:
“Señores, que continúe la fiesta, esto
es un baile.”
Lo que Alessandra nunca alcanzó
apreciar esa noche fue la naturaleza del magnífico regalo que había despreciado
y aún cuando aquel presente le había sido brindado a la Princesa con la mejor
de las intenciones, la Magia es veleidosa y a veces no se muestra dispuesta a
obedecer, el mago al notar la carencia de sentimientos de su amada, con todo su
poder le otorgó a la Princesa la gracia de amar y con dicho don llegaría la
eterna felicidad, pero sin haberlo así él querido limitó su regalo, toda vez
que le dijo que esto sería mientras el viviera, por lo que al momento de morir,
caprichosamente la magia revirtió el efecto del excepcional presente y desde
ese momento la Princesa ya no pudo amar a nada ni a nadie en el mundo.
Pasaron los meses, y los meses dieron
pasos a los años, el ahora Emperador había conquistado para la Emperatriz
Alessandra Di Benavento, más de medio mundo, pero aquello no le trajo a ella
satisfacción alguna, no podía amar ni al Emperador ni a ninguno de sus cinco
hijos, ni siquiera sentía nada por todas las riquezas que poseía, ahora vivía
en la completa desdicha que trae la plena insatisfacción.
Cansado de vivir al lado de alguien que
no tenía sentimientos, una noche el Emperador, mientras Alessandra dormía, tomó
a sus hijos y la dejó sola en el castillo, a la mañana siguiente la Emperatriz
se despertó y no vio a su esposo a su lado, como si nada hubiera pasado hizo
entrar a su habitación a diez de sus sirvientes más cercanas quienes le
prepararon el baño y le asistieron en su arreglo, para cuando terminó habían
pasado ya dos horas desde que se había percatado que el Emperador ya no se
encontraba en el castillo, sin la menor preocupación se dirigió a cada una de
las habitaciones de sus hijos y vio que ni estos, ni sus objetos personales se
encontraban ya ahí, la Emperatriz salió de los cuartos sin sentir nada,
se dirigió a la sala del trono y ya ahí postrada, buscó en su interior tratando
de encontrar algún sentimiento ante la partida de su familia pero por más que
buscó, mientras pasaron las horas hasta caer la noche, no pudo encontrar nada,
ni dolor, ni tristeza, ni siquiera una pequeña nostalgia por no tenerlos con
ella, entonces recordó cada momento pasado a su lado pero todo
resultó en vano, la Emperatriz que gobernaba cruelmente más de medio mundo, no
podía sentir, fue entonces cuando se vio rodeada de todos aquellos lujos,
súbditos y riquezas, pero completamente sola, en ese justo momento algo
comenzó a surgir en su interior, por un pequeño momento y por primera vez desde
la muerte del mago, Alessandra percibió algo, un sentimiento volvía a surgir en
ella, éste se fue haciendo cada vez más grande hasta que pudo identificarlo
plenamente.
No se trataba de amor, no se trataba de
tristeza, tampoco era alegría, era odio, una inquina profunda hacia el
Emperador, hacia sus hijos y hacia la vida misma, de inmediato y a pesar de ser
ya medianoche mandó llamar al comandante de su guardia y le dijo:
“El Emperador ha huido, piensa que
lejos de mi alcanzará la felicidad, lleva a tus mejores hombres y cázalo como
al perro que es.”
El guardia sorprendido asintió, dio
media vuelta y cuando iba a salir de la sala del trono, fue llamado nuevamente
por Alessandra, quien le dijo:
“Que no quede nadie vivo.”
La Emperatriz gobernó cruelmente por
muchos años, su ejército siguió conquistando hasta que no hubo más por obtener,
durante ese tiempo el odio llenó completamente su corazón, aparentemente el
volver a sentir, aunque fuera rabia, trajo un pequeño sentido a la vida de
Alessandra, pero el odio nunca podrá traer a nadie, ni siquiera a la más
cruel de las personas, la felicidad.
Una mañana se levantó, cayó en
cuenta que para entonces tenía ya doscientos años y como lo había hecho
cada noche desde la noche del baile, pensó en el mago, pero ahora no
recordó el momento en que ella ordenó se le privara de la vida, sino en el
momento en que lo conoció, cuando aún eran niños y ella estaba al borde de la
muerte y rememoró entonces el primer regalo que éste le había hecho y con ello
pudo notar que tampoco se trató de un regalo común, pero aún ante la
contundente evidencia de su inexplicable longevidad, se negó a creerlo.
Desesperada ante la vida que llevaba,
Alessandra comenzó a gritar llena de rabia, maldiciendo con todas su fuerzas al
mago, aquel infinito vacio le hizo no poder soportar más entonces se acercó a
una de las muchas ventanas de la alta torre en que se encontraba su habitación,
la abrió, se sentó en el pretil y se dejó caer al vacío, mientras caía, por
primera vez en 180 años, Alessandra sonrió, pensando que el abrazo de la muerte
le traería por fin la paz.
La cruel monarca se impactó contra el
piso y los súbditos que se encontraban realizando sus labores en los jardines
del castillo corrieron alarmados a verla, se acercaron pensando encontrar un
cuerpo sin vida, pero todos se sorprendieron, sobre todo Alessandra, al ver que
a pesar de la caída de más de 60 metros, esta no le había provocado la muerte a
la Emperatriz, la cual se levantó como si nada hubiera ocurrido, por un momento
todos guardaron silencio.
La enloquecida Emperatriz comenzó a
gritar llena de ira recordando nuevamente la mañana en que conoció al mago, en
ese justo momento ya no podía continuar negándose a escuchar la realidad que su
larga vida antes le había gritado, pues ahora tenía la plena certeza que
aquella mañana y con su primer regalo, el mago no solo sanó su cuerpo sino que
le otorgó la vida eterna.
Desesperada corrió alejándose de la
multitud, la cual aterrada comenzó a arrojarle piedras y a perseguirla con
antorchas pensando que su cruel Emperatriz era una hechicera.
Alessandra corrió por semanas hasta
encontrarse en el interior de un bosque, seguía profiriendo a gritos
maldiciones en contra del mago, en contra del Emperador, de su padre y de todas
las personas que había conocido, culpando a cada uno de ellos por todas y cada
una de las desgracias de su vida, en ese momento se acercó a ella un pequeño
cuervo que le graznó fuertemente, enfurecida ella comenzó a arrojarle piedras,
pero el ave no se marchó, por el contrario se acercó más a ella y le habló:
“Pobre Alessandra, ni siquiera ahora te
has arrepentido de tus acciones, de tu desprecio a aquel mago que tanto te
amó.”
Sin meditar en que era un cuervo el que
le estaba hablando, Alessandra le respondió:
“Ave maldita, qué podía yo hacer, era
la Princesa más bella sobre la tierra, cómo podía aceptar a un humilde mago,
¿qué podía el ofrecerme?”
El ave comenzó a reír a carcajadas
mientras se transformaba en una hermosa mujer que llevaba un vestido plateado
que resplandecía como todo su cuerpo, le levantó la cara a Alessandra, quien
ahora vestía harapos y le dijo:
“Te ofreció milagros, milagros que son
negados para la mayoría de los mortales y tú con tu arrogancia los convertiste
en maldiciones.”
Alessandra la vio llena de odio en sus
ojos y le dijo riendo a carcajadas:
“Milagros, que ocurrencia mujer, si
solo era un insignificante mago.”
La mujer vio a la desgraciada
Alessandra con una profunda lástima, y le dijo:
“Mi hijo era un Príncipe, el más
extraordinario de los Príncipes, su Reino es más grande que cualquiera que
llegues a conocer, porque se encuentra en el mundo Etéreo, para su
desgracia cuando te vio por primera vez renunció a todo, incluso a su
inmortalidad, se volvió humano para estar a tu lado, conservando solo una
fracción de su gran poder y eso solo para otorgarte dos regalos.”
La hermosa y etérea mujer rió a carcajadas
y añadió:
“Estúpida mortal, podrías haber sido
feliz por toda la eternidad.
Logras siquiera comprenderlo.
Por toda la eternidad.”
Desconcertada Alessandra se quedó
meditando lo que había escuchado y al alcanzar a comprender la magnitud de los
grandes dones que su soberbia le había hecho rechazar, volvió a ver con
gran odio a la etérea mujer, gritándole encolerizada:
“Te odio, a ti, a tu estúpido hijo y a
todos en éste o en cualquier otro mundo”
La Reina de las Hadas dejó de verla con
rencor dirigiéndole exactamente la misma mirada que le había enviado años atrás
su hijo mientras esperaba la muerte, la vio con profunda lástima y le
dijo:
“Por ti perdí a mi hijo, puedes
siquiera imaginarte lo que eso significa cuando eres inmortal, fue por ti, por
tu vanidad, por tu arrogancia y tu crueldad, sin embargo en honor al amor
que el sintió por ti y en respeto a tus padres, de los cuales desgraciadamente
no heredaste más que la belleza física, hoy venía a rogarle a la Magia que te
quitara las maldiciones que tú misma te impusiste, pero lo siento, en verdad lo
siento y pido disculpas a la memoria de tu padre, en verdad lo siento.”
Repitiéndose esto último para sí misma
una vez más, con los ojos llenos de lágrimas, para finalmente recuperar el control
y decirle a Alessandra:
“No puedo hacerlo, porque no mereces
más que vivir llena de odio hasta que éste termine consumiéndote.”
La Reina de las Hadas se transformó en
un colibrí y se alejó volando hasta desaparecer.
Ni siquiera aquello trajo arrepentimiento
en Alessandra, quien siguió profiriéndole maldiciones.
La antigua Emperatriz se quedó tirada
entre la hierba, es imposible saber si pasaron meses, años o incluso siglos, en
todo ese tiempo, Alessandra siguió acumulando odio y repitiéndose la misma
palabra una y otra vez.
“Magia.”
Llegó un día en que por fin se puso de
pie y comenzó a caminar dirigiéndose a un lugar incierto, ahora no caminaba sin
rumbo, ahora por fin tras siglos tenía un objetivo y no importaba si tenía que
recorrer todo el mundo para conseguirlo.
Alessandra conseguiría los medios para
dominar a la Magia, no con la intención de revertir su situación sino con
el único propósito de vengarse de todos a los que culpaba de su inmensa
desgracia, pensando que si ella no podía ser feliz, nadie en el mundo merecía
serlo.
Mientras caminaba pasó por un lago,
pero iba tan sumida en su odio y sus planes de venganza que no observó su
reflejo, nada quedaba ya de la otrora increíblemente hermosa Princesa
Alessandra Di Benavento, ahora su cuerpo se encontraba increíblemente deformado
por el odio.
Nada bueno trae el odio amigo J. F. Dominguez...me ha encantado este cuento, trizteza porque el Rey perdio a su amada esposa y diria que a su hija ya que esta por lo oscuro de su corazon jamaz volvio hacer aquella que le vindro de peque~a tanto amor y felicidad, gracias.
ResponderBorrarMillones de gracias a ti. Desgraciadamente para los reyes ahi no terminará el sufrimiento que Alessandra siga imponiendoles a otros.
BorrarVamos a esperar la continuacion.
ResponderBorrarRafael Herrero, ante todo muchas gracias por la atención prestada a esta narración, espero que el resto del relato también sea de tu agrado.
BorrarMuy buen cuento, J.F., una moraleja realmente importante, no dejar que el odio llene de oscuridad el corazón. Me encantó. Éxitos con los libros Un abrazo!
ResponderBorrarAlonso Gaudionlux, muchas gracias por leerme y por comentar. Un abrazo
BorrarEnseguida queda el lector dentro de la narración como espectador privilegiado. El libro ya es un éxito!
ResponderBorrarA la espera del siguiente cuento!
Enhorabuena ESCRITOR.
M Victoria
Muchas gracias por tu bello comentario y por el regalo de tu tiempo, saludos.
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