“El último de los Héroes”
Nuevamente bienvenidos, estoy muy
agradecido con la respuesta que está teniendo este blog.
Siempre he pensado en lo curioso que
resulta el proceso de inspiración para escribir, desde un simple artículo como
este, a toda una novela como Para decir adiós:
Las dos Princesas, de hecho cuando inicié a redactar mi primer novela,
tenía pensado hacer un cuento de no más de cien hojas, sin embargo cuando me
vine a dar cuenta Montserrat y Löria habían cobrado vida propia y no se
conformaron con unas cuantas líneas, del cuento pasé a una novela de más de 300
páginas que no fue suficiente para concluir con toda la historia que ahora
retumbaba dentro de mí.
Si todo resulta bien, el Reino Etéreo,
será completado con cuatro libros más, las dos partes siguientes de Para decir
adiós y dos libros de cuentos que sirvan como nexo entre la Canción del Fénix
y el Tercer Reino.
De igual forma no tenía pensado escribir
La victoria de Helios, pero una amiga me invitó a cambiar la foto de mi perfil
de Facebook, por la imagen de un superhéroe, ella me asignó a Superman, y en
ese momento deseé serlo para lograr una diferencia en la gran guerra contra el
cáncer, entonces como un gran seguidor del personaje recordé que lo que lo hace
diferente a otros héroes de las viñetas no son sus vistosos poderes, sino su
voluntad.
Por supuesto yo no podría mover
montañas ni cambiar el curso de los ríos como lo haría mi héroe, pero si podía
aspirar a tener un poco de su voluntad de acero, para al menos intentar hacer
algo.
Pretendo ser un escritor, entonces la
respuesta fue evidente, debía escribir al respecto y así fue como nació La Victoria de Helios.
Con todo lo anterior como introducción,
me traslado ahora hasta hace apenas unos
días cuando uno de mis hermanos compartió en su muro de la antes citada red
social una noticia que yo aún
desconocía, el retiro del astro del basquetbol Kobe Bryant, entonces mientras
el comentaba la ausencia de verdaderos “héroes” en la NBA actual, a mí me vino
a la mente lo afortunado que he sido, como un verdadero amante del deporte, de
haber visto a algunos de los más grandes deportistas de las disciplinas que más
amo.
El basquetbol comencé a seguirlo viendo
al más grande jugador de toda la historia y a uno de los deportistas más
dominantes de todos los tiempos. El mítico 23 de los toros de Chicago no solo
era grande por la forma en cómo dominaba a sus rivales sino por la forma en cómo inspiraba a sus
compañeros, mientras él estuviera en la cancha, jugadores apenas ordinarios se
contagiaban de aquella magia y terminaban pareciendo también estrellas del
deporte.
De él siempre recordaré dos momentos,
la noche en que evidentemente enfermo dominó al Jazz de Utah, anotando más de
40 puntos y en esa misma serie final, la
gambeta con la que dejo perplejo a Russel para
anotar el tiro que le dio a su equipo el sexto campeonato.
De todos los equipos a los que sigo
fervientemente, los toros de Chicago de Michael Jordan, son los únicos a los
que he visto establecer una dinastía y eso siempre he de agradecerlo.
Al seno de mi familia tengo el estigma
de ser una especie de mal augurio para cualquier escuadra a la que le vaticine
un campeonato, de tal manera he visto caer repetidamente en finales a todos los
equipos que apoyo, con la honrosa excepción de la escuadra de su majestad, Air Jordan.
En el fútbol Americano o football -como
le llaman en su país de origen- he podido constatar las hazañas de los para mis
más grandes jugadores: Joe Montana,
Lawrence Taylor, Reggie White y Walter Payton, en este deporte más que
en cualquier otro deporte por equipos, la especialización de posiciones es
indiscutible y por tanto sería injusto escoger a un solo jugador como el mejor
de la historia.
Para algunos lo más importante en el
deporte son la victorias y los campeonatos, así que si nos basamos en ello,
este año en el Superbowl podríamos ver a Tom Brady y al “Monk” consagrase como
los más grandes de todos los tiempos con cinco títulos ganados y siete Superbowls
jugados, algo que nadie más ha hecho y que pasará mucho tiempo para que pueda
repetirse.
En mi trinidad de deportes favoritos
falta hablar del fútbol, en el cual no tuve la dicha de ver jugar al mejor
mortal que ha pisado un césped. Cuando se dio el último mundial de “O REI” aún faltaban cinco años para mi
nacimiento, por supuesto que me hubiera encantado verlo jugar, pero eso de ninguna forma me hace
sentir mal, puesto que para 1986 vi jugar al mismo “Dios”.
Para mí no ha habido otro jugador como
el mítico 10 argentino, el cual por supuesto puede ser muy criticado en su vida
personal, pero no hay quien le regateé el talento como futbolista,
desgraciadamente el fue su peor enemigo, su desordenada vida no nos permitió
apreciar más años del Diego en pleno, lo
cual hubiera sido fantástico.
Cómo no sentirse identificado con un
verdadero antihéroe del deporte, aquel que desafío a la FIFA y ganó un mundial prácticamente
solo, por supuesto que el resto del plantel Argentino de Carlos Salvador Bilardo en aquel verano
mexicano tenía suficiente calidad, pero ninguno de ellos era un estrella, tales
como las que rodearon a Pelé en todo su andar con la verde amárela y a Messi en
el Barcelona.
En los clubes, Diego no pudo brillar
con los grandes de Europa, pero nuevamente llegó a dotar de luz a un equipo
acostumbrado a vivir en las sombras, con él ocurrió lo impensable, un pequeño
equipo sureño derrotaba a los grandes del Norte y de la Capital, Maradona tal
como lo hizo Jordan en el basquetbol, contagiaba esa genialidad y arrogancia al
resto de sus compañeros, haciéndoles pensar que mientras los tuvieran de su lado
ninguna hazaña deportiva sería imposible.
Maradona ganó un mundial y jugó otra
final y no me cabe la menor duda que sin la zancadilla que el mismo se puso en
el 94, Argentina hubiera tenido su tercer campeonato, en todas aquellas justas
Diego no tuvo ni a la mitad del equipo que ha acompañado a Leonel
Messi para lograr un subcampeonato
mundial y uno de América.
Leonel es un fenómeno, quizá con
calidad técnica superior incluso a la de Diego y Pelé, pero no tiene el
liderazgo de ninguno de ellos y eso para ser considerado el mejor de todos los
tiempos es indispensable.
El arte
se define como: La actividad en la que el hombre recrea, con una
finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas
valiéndose de la materia, la imagen o el sonido.
Jordan, Montana y Diego hicieron arte en movimiento, provocaron sentimientos en todos aquellos que
vivimos sus hazañas y eso debe serles siempre agradecido.
En la actualidad en cada una de las
disciplinas deportivas citadas hay superestrellas más dedicadas a ganar dinero
y cambiar de equipo con cada estación que a dejar una huella imborrable en el
deporte.
Como deportista “odié” a Kobe Bryant por
mi aversión a los Lakers de Los Ángeles, al parecerme el equipo más arrogante
de la NBA, sin embargo no puedo dejar de admitir que aquel muchacho, llamado
por su padre como una localidad nipona, es el único que se ha acercado a la
gloria del 23 de North Carolina y es el último de los grandes héroes del
deporte en la actualidad.
Adiós y de todo corazón mil gracias “Black
Mamba”, los que viven en el Elíseo del deporte te saludan.
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