Muchas gracias por estar visitando nuevamente
este espacio que existe gracias a todos los que me hacen el favor de regalarme
unos minutos de su valioso tiempo para leer mis narraciones.
Hoy toca el turno de abordar nuevamente un mito ibérico,
en este caso específicamente de la zona de Extremadura.
Extremadura es una comunidad autónoma, ubicada
en la zona suroeste de España.
Está
compuesta por las dos provincias más extensas de España: Cáceres y Badajoz.
Su capital es Mérida.
La zona
de Extramadura, conocida como las Hurdes se encuentra al extremo norte de la provincia de Cáceres, dicha localidad en
la antigüedad era un territorio inhóspito y alejado de otras localidades en el
cual su gente estaba acostumbrada al arduo trabajo que implica el abastecerse
de lo necesario por si solos.
En dicha
zona nació una sombría leyenda que en el fondo es muy parecida a otros mitos de
otras latitudes del planeta relacionados con el temor natural que la mayoría le
tenemos a enfrentar lo desconocido que implica el proceso de la muerte.
Por
ejemplo en la zona de la costa de Chiapas, México de la que yo soy originario,
nos contaban los ancianos que en las noches se paseaba por las calles un
carretonero en compañía de un caballo negro con mirada de fuego que se llevaba las almas de las personas que acaban de morir,
sin embargo si en su trayecto se encontraban con un niño que aún no se había
dormido para la medianoche, se lo llevarían también a él para que les hiciera
compañía por toda la eternidad, sobra decir que incluso los más valientes decidíamos
mejor dormirnos y no averiguar la veracidad de la leyenda del carretonero.
Volviendo
a Hurdes, ahí nació el mito del Corteju de Genti de Muerti o Cortejo de Gente
de Muerte, narración en la que los abuelos cuentan de la aparición de dos
espectrales jinetes, un hombre y una mujer, ambos ya entrados en años, que van
montados en el mismo caballo, van vestidos con un largo faldón que les tapa la totalidad de las
piernas, así como de una capucha y una capa que oculta su pálido rostro y sus
ojos totalmente blancos, por lo único que es visible de sus cuerpos son sus
huesudas manos, como en la narración de mi tierra, aquí también la Genti de
Muerti llega a la tierra para recoger las almas de los recién fallecidos, para después
marcharse con ellos a todo galope de la
misma forma misteriosa como aparecieron.
Cuando
un desafortunado llega a encontrarlos y se atreve a preguntarles quienes son, ellos
se descubren para horrorizarlo dejando visible su aterrador rostro y su
mirada vacía y le responden:
“Somos
Genti di Muerti”, para después desaparecer dejando tras de sí tan
sólo un pútrido olor a sepulcro.
En el
universo de Para decir adiós, he incluido el mito de la Genti de Muerti,
teniendo una pequeña participación en la canción del Fénix, continuación de Las
dos Princesas y una enorme participación en El Tercer Reino, desenlace de la obra.
A
diferencia del mito de origen, los he transformado en los seres que acompañan a
los Elfos y las Hadas al olvido, después de que otro ser mágico ha extinguido
su vida.
También
les he dotado de otro terrorífico compañero el Cath Palug.
Les
comparto unos cuantos párrafos de la
Canción del Fenix, en el que se les
menciona:
“Sobre el lomo del esplendido equino venían
montados unos mellizos, cuya visión dejó al monarca con la sangre completamente
helada, pues desde el término de la guerra de “La Noche más larga” nadie había
visto más a aquellos hermanos en el Reino Etéreo.
Ellos eran la Genti de Muerti, y auguraban el
peor de los destinos para aquellos pacíficos seres que los contemplaban
aterrorizados.
Se trataba de dos espectrales jinetes, llamados
solamente Él y Ella.
Ella se encontraba viendo hacia el frente y Él
hacia la retaguardia, venían ataviados compartiendo un único largo faldón de
color negro que les mantenía totalmente unidos los cuerpos, aquel ropaje era
ceñido por un cinturón acerado con inscripciones en un lenguaje diferente a cualquiera
que fuera usado por algún otra criatura del Reino Etéreo, el faldón les cubría
la totalidad de las extremidades inferiores, cada uno de aquellos estremecedores
seres vestían capuchas, las cuales también eran de color negro y con la luz de
las lunas brillaban con un rojizo resplandor.
La obscuridad que se había ido apoderando del
lago en aquella afligida noche no evitaba que fueran visibles sus pálidas faces
y sus terroríficos ojos de color totalmente
azul que brillaban intensamente.
Estupenda historia, que aún siendo de mi país, no la savia.Toda en su totalidad me a encantado. Gracias por compartirla.Un saludo!
ResponderBorrarMe da gusto que te haya agradado, cuidate, saludos desde Chiapas, México.
ResponderBorrarLas Hurdes es el paisaje olvidado, refugio espiritual desde hace siglos de ascetas, ermitaños, hadas y lobos. Paisaje extraordinario. En las Hurdes se viaja al tiempo pasado, pero no viajes de noche, por que entre la niebla te esperan las animas benditas, almas del purgatorio....yo doy fé que existen..las he visto!! 😱
ResponderBorrarhttps://m.youtube.com/watch?v=uwgvTORL_r4
Gracias por visitar el blog, buscaré fotos de Las Hurdes. Saludos afectuosos
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