Muy
buenos días para todos los que me hacen el favor de visitar este blog, muchas
gracias por su generosidad.
Mañana
en México celebramos la Batalla de Puebla, como otras conmemoraciones en este
País, festejamos el haber ganado una batalla de una guerra que a la postre se
perdió, pero en muchos sentidos ese es el sentimiento que nos hemos autoimpuesto
los mexicanos, el de un pueblo luchón que no se rinde pero que por
circunstancias del destino está “nacido para perder”, ojala en un futuro no muy
lejano las generaciones venideras puedan cambiar ese estigma.
Muy
curiosamente en los Estados Unidos de América, se identifica al 5 de mayo como
la celebración más importante que tenemos en México, cuando esto en verdad no
es así, puesto que nuestra máxima celebración nacional es la del grito de
independencia, celebrada el 15 de septiembre.
Hoy
recordaba un acontecimiento que me marcó en mi faceta personal como autor, sin
embargo antes debo comentar algunos hechos.
En
México tenemos (entre otras) a dos
instituciones educativas que son orgullo nacional y las cuales, a pesar de
nunca haber estudiado en ellas, las considero muy cercanas a mi historia personal.
Se
tratan de la UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México y el ITESM,
Instituto de Estudios Superiores de Monterrey.
En la
UNAM, cuyo mote es el de los "pumas", estudiaron mis dos abuelos, mi madre y mi padre e
incluso me tocó asistir a clases a los seis meses de edad, cuando mi madre al
no tener con quien dejarme en casa, tenía que acudir a clases y enfrentar
la furia de varios maestros, llevando a sus hijos a las aulas para no truncar
sus estudios universitarios.
Con la
UNAM hay una identificación familiar muy grande, crecí en un hogar con orgullo
puma, mi padre jugó fútbol americano en la facultad de derecho de dicha
institución y desde muy pequeños nos enseño a mis hermanos y a mí a amar los
colores de los cóndores (mote del equipo de fútbol de la UNAM).
En mi
familia aquel cántico universitario que dice "Mi piel es dorada y mi sangre azul" (colores de la UNAM) se lleva en el alma.
Curiosamente
y por circunstancias de la vida, ni mis hermanos ni yo, asistimos a la UNAM
para nuestra educación profesional.
Yo soy
graduado de la Universidad Regiomontana, mi hermano menor de la Universidad Autónoma
de Yucatán y mi hermano mayor del ITESM.
El
ITESM es nuestro equivalente mexicano al MIT, un instituto que basa su
prestigio en las ingenierías y demás carreras tecnológicas.
En el
ITESM me tocó acudir a clases acompañando a mi hermano y sobre todo gracias a él
hice uso de sus instalaciones durante mis estudios profesionales.
Estudie
en su biblioteca, hice tareas en sus centros de computo y cada tarde acudía a
jugar basquetbol a su centro deportivo, incluso en las ocasiones en que me
quedé sin agua en el departamento en que vivía, acudí a bañarme a las regaderas
del gimnasio del TEC.
Como un
gran aficionado al fútbol americano acudía cada viernes de cada quince días a
ver los juegos de los Borregos Salvajes pero apoyando en mi corazón siempre a
los Cóndores.
Es de
tal forma que las Universidades rankeadas en el 1 y 2 de cualquier lista en
México y en el 2 y 7 a nivel Latinoamérica, también dejaron su marca indeleble
en mi formación como persona.
En el Tecnológico
mi hermano mayor fue haciendo un grupo de amigos, con sus profesores y otros
talentosos maestros de la institución, los cuales se reunían cada sábado para
platicar de cómics.
Aquello
a la distancia parece una reunión de personajes de “Big Bang Theory”,
brillantes ingenieros, educadores de una de las máximas instituciones técnicas de
México, reunidos para hablar de lo que para otros era un pasatiempo para
niños.
Las reuniones
eran para mi sumamente divertidas hasta que se pasaba del tema de las
historietas a los temas de tecnología, yo era el único entre ellos estudiando
una carrera de humanidades, por lo que en ese momento lo que hablaban se
tornaba en un idioma ininteligible para mí.
A dicho
grupo tiempo después se anexaron dos creadores de cómics, uno de ellos con un
talento sin igual, él ahora trabaja con el director de cine Guillermo del Toro y si has visto la película
de Pacific Rim, en ella el robot llamado Chernobyl, es creación suya, si tienes
un poco de paciencia podrás ver el nombre de Francisco Ruiz Velasco en los
créditos de Pacific Rim y Hellboy 2 entre otras.
En ese
entonces con su incipiente trabajo Francisco Ruiz creó un cómic llamado B Squad,
en dicha historieta todos los personajes tenían nombres anglosajones.
Aquí viene
por fin, después de tanto preámbulo, el
momento al que me refería cómo el que me marcó como creador.
En una
de las muchas tertulias, mi hermano Juan Jaime, les inquirió a todos el porqué
de sus creaciones no se desarrollaban en nuestro propio país con personajes
llamados Pepe, Paco, Toño o cualquier variante latina.
A pesar
de intentar presentar diversas justificaciones, nadie llegó a alguna que nos
convenciera a todos.
Por
supuesto nadie, ni siquiera yo, lo reconocimos ante J.J., pero su argumento
cambio definitivamente nuestra visión como incipientes creadores, todos en
mayor o menor medida comenzamos a usar a partir de ese momento nombres latinos
para nuestros personajes incluso hubimos otros que comenzamos a situar nuestras
historias en México.
Seguramente
en nuestro fuero interno cada uno de nosotros en ese día tuvo conciencia que la
influencia de las historias que leíamos nos había marcado de tal forma que nos
apartaban un poco de nuestra propia idiosincrasia y el orgullo nacional.
Incluso
Francisco Ruiz, contratado por Dark Horse Comics (la tercer empresa en
importancia en Estados Unidos) publicó una historieta en la que puedes
encontrar luchadores, dioses mayas a Capulina y al Chavo del ocho con todo y su
torta de jamón.
Por
supuesto que puede haber un cierto problema de credibilidad, es decir cómo
hacer una historia de un viaje interestelar de una nave mexicana cuando ni siquiera
tenemos agencia espacial en nuestro país, sin embargo la ciencia ficción es tan
amplia que tu creatividad encontrará una forma de situar una historia en el
contexto latinoamericano.
Hace
unos días, me preguntaba cómo hacer una historia a lo Jason Bourne, Jack Ryan o
James Bond, situada en Latinoamérica, con un personaje principal latino.
El
resultado al menos ya tiene título “Sin lugar para héroes” y presentará a una especie de Jason Bourne
mexicano, será un reto enorme el lograr que resulte entretenida sin que el
contexto pierda credibilidad, pero también será muy divertido intentarlo, espero poder pronto irles presentando los
primeros capítulos.
Saludos.
Una excelente entrada, a pesar del prólogo largo XD Es un tema muy interesante; la cultura hollywoodense nos quemó la cabeza a tal punto, que a mucha gente le cuesta ubicar sus historias en un lugar que no sea EEUU o, en su defecto, algún país de Europa. Sin embargo, hay gente que lo hace. No sé si conocerás El Eternauta, una historieta argentina; a mí me voló la cabeza cuando la leí, porque se trata una invasión extraterrestre en Buenos Aires o_O Hay una batalla en la cancha de River y todo XDDD Ahí me di cuenta de que se puede hacer, aunque considero que es un poco difícil aceptar que las historias sean exactamente iguales. Es más, me atrevería a decir que el ejercicio enriquecería los géneros, porque habría que adaptarlos a nuestras culturas e idiosincracias. Con respecto a las historias de espías, por ejemplo, hace unos años daban por cable una serie que se llamaba "Mi señora es una espía", que está ambientada en Argentina en la época de Perón (años ´40, o por ahí). Esto es lo que se me ocurre ahora, pero es un tema que da para mucho.
ResponderBorrarSaludos!!
Amiga Denise, muchas gracias por tus palabras. Admiro mucho a los artistas argentinos puesto que han puesto a muestra al resto de Latinos de lo que se puede hacer cuando la crisis aprieta pero el talento sobra, no en balde los programas que se hacen en México son un refrito de los argentinos e incluso Hollywood ya lo ha intentado con las versiones de nueve reinas y el secreto de tus ojos del genial Campanella.
BorrarConozco al Eternauta, no tanto como quisera puesto que aquí aparte de lo que se ve por internet es imposible conseguirlo, al personaje y a sus autores les he hecho un humilde homenaje en mi cuento de La magia de Valentina, ojala y cuando tengas un tiempito lo leas para verlo. Saludos afectuosos.
Interesante artículo. No creo que sea posible tomar una postura u otra. Estados Unidos ha copado el desarrollo audiovisual. Cuando evocas una historia de cine negro, te viene a la cabeza Bogart, cuando se habla de una historia de extraterrestres, imaginas una casa en un pueblo americano, una invasión en Manhattan, etc... Los estereotipos que nos fascinaron pueden convertirse en cliches para nuevas historias.También ayuda que en los países latinos, la ciencia-ficción se ha considerado un tanto de menos respecto a otros géneros literarios. Pero creo que la situación está cambiando y se están escribiendo historias con una narrativa distinta.
ResponderBorrarEn cuanto a los nombres anglosajones de los protagonistas de relatos fantásticos o de ciencia-ficción, creo que es más un elemento distanciador de la realidad del autor. Por ejemplo, si escribo en España una historia de un astronauta que viaja a Andrómeda, me parece que un nombre en inglés sitúa al personaje más lejos de mi realidad. De hecho, no es necesario que sea en inglés, también tendemos a usar nombres japoneses o rusos. Saludos
Tienes mucha razón en que lo marcará primordialmente el contexto, las primeras personas que leyeron mi libro me sugirieron que usará nombres más comunes para las hadas y elfos , pero ahí esta un perfecto ejemplo de lo que dices, no me sonaría lejano y etéreo un elfo que se llamé Romeo, john o Fabio.
BorrarMuchas gracias por tu comentario.
Lo interesante no sólo es el nombre, es el contexto que incluso puede ser mucho más enriquecedor, un ejemplo claro es Edgar Clement y su Operación Bolivar, su universo de angeles y demonios, está plagado también de Judiciales, Políticos Corruptos, narcos y adoradores de San Judas y la santa muerte. Sus historias serían muy complicadas en un ambiente diferente al mexicano, es más me atrevo a decir que moviendolas de lugar perderían sentido, aunque la trama puede ser universal el contexto local llena de matices, Jean Baljean vive un drama universal en Los Miserables, pero su carácter francés le da una visión única. Incluso hace años leí que en Francia intentaban hacer una versión de Torrente, aquel policía racista y completamente incorrecto creado por Santiago Segura, incluso hubo un intento de compra del guión por los americanos, pero lo complicado, es que para España algunas situaciones que dan risa causarían escándalo en sociedades como la americana, como aquella escena donde Torrente sueña que lo atacan unos negros y les tira un pedazo de carne para que se alejen, imposible filmar eso en el contexto americano.
ResponderBorrarMe alegra sobremanera tenerte nuevamente comentando por aquí, que tu exposición de grandes razones sea cada vez mas habitual por aquí también.
BorrarSegura habría ardido en leña verde ante la doble moral americana.