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Este es un espacio creado para tener interacción con todas aquellas personas que se interesen en la novela Para decir adiós: Las dos Princesas, publicada por Editorial Endira, la cual se encuentra a la venta en librerías de México y en todo el mundo mediante Paypal en compra directa aquí en el blog.

martes, 10 de mayo de 2016

Oda a mi madre.





Feliz día de las madres para todas, especialmente para aquellas que incluso en este día me hacen el favor de visitar el blog de mi novela Para decir adiós: Las dos Princesas.

Tal como ocurre cuando una persona ha fallecido y se crea una visión perfecta y romántica de lo que fue su vida, a veces parece que lo mismo ocurre respecto a la maternidad, como si el simple hecho de engendrar fuera un logro y no un aspecto biológico que incluso se comparte con el resto de los animales.

Ser madre va más allá de simplemente traer hijos al mundo y no cualquiera mujer que lo hace, es en mi consideración digna de ser llamada MADRE.

Tal cual como por supuesto ocurre con los padres  -por supuesto con mucho más frecuencia- hay mujeres que únicamente tienen hijos porque no supieron o no quisieron usar métodos anticonceptivos, pero en su seno no se encontraba una verdadera vocación por ser madre.

Es totalmente valido que una mujer no quiera tener descendencia, eso no la hace ni más ni menos mujer, ni tampoco condicionará su éxito y felicidad en la vida, eso por supuesto es una decisión personal y acorde a las circunstancia de vida de cada quien.

A mi forma de ver lo que no es correcto es tener hijos, solamente por tenerlos, por cumplir un requisito o para exhibirlos como trofeos y ser invitadas a fiestas y demás convites sociales en los que para asistir pareciera indispensable tener niños.

En el transcurso de mi vida he conocido a muchas mujeres que tuvieron hijos porque parecía una consecuencia lógica en su vida, no porque hubiera un genuino deseo de hacerlo, una verdadera vocación.

En cierta forma esas madres destruyen la vida de sus hijos, y cómo no lo van a hacer , si esas pequeñas y nuevas formas de vida destruyen también las suyas, por un buen tiempo no habrá fiestas, la escuela y el trabajo se complicarán y ni hablar de la vida con la pareja, es por ello que muchas terminan cediendo el cuidado de sus hijos en los abuelos o en otras personas o en el peor de los casos maltratando a los pequeños.



Sin embargo en el espectro esta también el lado opuesto.

Ser madre es un verdadero apostolado que  las mujeres que lo han aceptado por convicción llevarán por toda la vida, a ellas está dedicado este post y de manera muy especial a la mujer que por fortuna de la vida me tocó como madre.

Ni yo he hecho perfecta su vida, ni ella –y no es que no lo haya intentado- hizo perfecta la mía, pero así son las relaciones humanas y si de algo estoy seguro es que en lo que ella se haya equivocado respecto a mi, lo hizo por amor.

Soy un enemigo jurado de ventilar toda la vida en Facebook o en otras redes sociales, al tipo de tener que publicar cada instante de mi vida o de tener fotos de mis hijos como perfil con la leyenda “la razón de mi vida”, cuando quiero decirle algo a alguien se lo digo en privado, es decir, usualmente si le voy a decir a mi esposa en nuestro aniversario que la amo, lo hago directamente y no mediante una red social para hacer que la familia y amigos se enteren de lo “inmenso” que es nuestro amor.

Por ello parecería ilógico, que haga una entrada dedicada a mi madre cuando lo que voy a escribir aquí se lo puedo decir directamente, de hecho de alguna u otra forma ya se lo he dicho, con palabras, con miradas y con creo que con hechos, sin embargo con la edad he entendido que para algunas personas es mas bello que se los digan por otros medios.

Va una anécdota que para mi historia personal ilustra lo anterior.

Hace ya varios años cuando mi padre aun estaba con vida, acudimos a casa de mi abuela paterna a un convivio por el día del padre, a media fiesta una de mis primas se puso de pie con lágrimas en lo ojos y dijo a viva voz, que quería felicitar en ese acto a su madre porque ella había sido para ellos “Madre y padre a la vez”,  casi todos festejaron con gran alharaca el “bello” gesto de mi prima.

Sin embargo resulta –y sin juzgar la vida de nadie- que aquello no había sido tan cierto, mis primas vivieron toda su infancia con mis abuelos, porque por distintas razones su mamá no los pudo cuidar, es decir quienes fueron sus verdaderos padres fueron mis abuelos.

El punto es que de regreso a casa mi madre, me reclamó porque yo no había tenido ese gesto con ella, cuando ella siempre había estado con nosotros, por supuesto mi respuesta fue para mi la más lógica “Yo tengo un padre”.

Ese día comprendí que mi madre necesitaba ese reconocimiento público y con todo gusto e inmenso amor he intentado en mayor o menor medida hacerlo así desde ese día, vamos no me cuesta nada dejar un poco mis convicciones por quien me ha amado desde antes que naciera y estoy seguro que lo hará hasta que uno de los dos ya no esté.

Cuando una madre ama, es para toda la vida, es el tipo de cariño que te perdonará todo, incluso las groserías y descortesías que muchas veces tenemos con ellas, créeme eso no lo hará nadie por ti, ni tu pareja, ni tus amigos incluso no lo harán ni tus hijos ni tu padre.

Lo digo pleno de convicción, agradezco infinitamente a la vida porque Patricia Aguilar García, me tocó como madre y es que se trata de una persona verdaderamente excepcional.

Me ha cuidado, me ha amado y consentido tal como lo haría una madre amorosa pero además hay cuatro cosas que para mi la hacen única y que me han marcado positivamente  de por vida.

Cuando era un niño de cinco años –estoy seguro que esto ella ni siquiera lo recuerda- en una ocasión me dijo:

“Lo que más admiro de ti, es que nunca te rindes”

Mi madre no solo me dijo que me admiraba, construyendome una autoestima, sino que añadió una característica “el no rendirse”  eso edificó mi personalidad al punto de tratar de hacer esa parte una piedra angular en mi “No rendirse”, desde ese momento me he visto a mi mismo como una especie de Rocky Balboa, que no pelea bien, no es tan rápido, ni tiene la mejor pegada, pero que siempre se levantará por más. Gracias

El segundo punto me marcó tanto como el primero, ahora sin duda lo se, pero en mi mente infantil fue fácil caer en el piadoso engaño. Mi madre y mi padre tuvieron una pelea de proporciones épicas que hizo que tuviéramos que abandonar momentáneamente nuestra casa en la ciudad de México  para mudarnos a Tonalá, Chiapas, lugar en el que residían mis abuelos.

Durante el año y medio que pasamos ahí, mi madre jamás habló mal de Papá, incluso propicio que lo siguiéramos queriendo tanto como antes, señalando que si estábamos ahí era porque la casa en México estaba en construcción y yo era alérgico al polvo, es decir nunca se mencionó la terrible pelea, por si aquello no fuera suficiente mi madre decidió emprender aquella aventura sin la ayuda de mis abuelos, así que tuvimos que rentar una casa bastante modesta en la que en el tejado por las noches veíamos pasar a las ratas – es cierto no estoy intentando hacer el relato mas interesante- incluso jugábamos:

“Ahí va la rata de la 8” “ahí va la rata de las 9”

Por supuesto aquello no es que fuera trágico, es bastante normal en una casa con techo de tejado, sin embargo admiro el que mi madre tuviera la dignidad suficiente para dejar a mi padre y una situación más acomodada, para enfrentar una situación económica más precaria.

Cuantas mujeres día a día se nulifican aceptando atropellos con tal de beneficios económicos, les aseguro que mas de las que creen.

Mi padre fue perfecto como padre, pero cada uno de los graves defectos que se puedan imaginar que un esposo pueda tener, él los tuvo como graves afrentas contra mi madre, Patricia nunca nos habló mal de él, nos enseñó a honrarlo, pero eso no fue todo, ella no corrió a casa de sus padres para que le solucionaran los problemas y fueran ellos quienes ahora rigieran su vida, ella dejó la comodidad para enfrentar una dura prueba.

En ese momento mi madre me enseñó para toda la vida, que la dignidad y el honor no tiene rival en esta vida. Millones de gracias.

Va el tercer punto, mi madre ha sido muy destacada en su ámbito profesional,  desde que vendía ropa y comida en las oficinas gubernamentales del Distrito Federal mientras mi padre concluía sus estudios universitarios hasta que logró ascender profesionalmente al punto en que una vez una persona le dijo, cuando mi madre fue a rescatarla porque la tenían privada de su libertad:

“¿Entonces usted es Patricia Aguilar García?, yo creía que era una leyenda.

Si a mi alguien me dijera alguna vez algo así, juro que en ese momento sentiría que mi vida cumplió su propósito.

Sin embargo ella no nos dejó jamás al cuidado de mis abuelos, siempre estuvo ahí para nosotros siendo madre y siendo amiga, enseñándonos que más allá que el éxito profesional está la familia. Muchas gracias.

El ultimo y cuarto punto. Cuando mi madre estaba concursando para un cargo le fue detectado un tumor de seno, un médico en Tuxtla Gutiérrez nos confirmó nuestro peor temor, se trataba según el de cáncer mamario, les había comentado que no me rindo, pues esa vez a este peleador lo noquearon con un impacto brutal dejándolo sin ningún deseo de volver a ponerse en pie, mientras yo  era un mar de llanto, mi madre  impávida me dijo que regresáramos al trabajo –yo le estaba ayudando- señalándome que ella no podía controlar si tenia cáncer o no, pero si podía decidir seguir luchando por lo que quería, por supuesto jamas volví a llorar frente a ella. Ese día me corroboró su primer enseñanza “Jamas te rindas”.

Dios nos bendijo, y meses más tarde una segunda opinión descartó el cáncer, pero su muestra de entrega y dedicación ya estaban ahí en mi  aspirando en  demostrarle  a mi madre en el transcurso de mi vida, que tal como ella yo también seré digno, honorable, cuidaré de mi familia y jamás me rendiré.

Te amo Paty.


Saludos y feliz día a todas aquellas MADRES que llenan ese nombre.  

Paty,  con sombrero, al lado de los "Jefes de Jefes" los Tigres del Norte

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