Bienvenidos
de nueva cuenta al blog de mi novela de fantasía Para decir adiós: Las dos
Princesas, respecto a la cual con gran alegría les comento que Endira Editorial
me informó la semana pasada que había sido por fin enviada a la imprenta, si
bien no será posible tenerla disponible en el transcurso de este mes, con toda
seguridad estará a la venta el próximo mes de marzo, en México en librerías
como Sanborns, Porrua, El Péndulo, el Sótano y Liverpool, y en todo el mundo
vía Amazon y mediante Paypal aquí mismo en el blog, para todos aquellos que me honren
adquiriéndolo en este sitio tendrán además el plus de recibirlo dedicado para
la persona que ustedes elijan.
Les dejo aquí la portada del libro de un compañero de Endira Editorial, con el cual compartiré la presentación de mi libro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2017, en cuanto tenga el enlace de venta y una reseña del mismo la comparto con ustedes.
Usualmente
todos queremos ser únicos y especiales, para algunos dicha necesidad es más
fuerte e incluso llegan a criticar y odiar per
se todo aquello que tiene el favor
de las “masas”. Al denostar la música, cine, literatura y cualquier otra
expresión del arte que ha llegado a un público masivo, los críticos sienten
inalterado su status quo de
singularidad.
De
tal forma para muchos, popular es sinónimo de malo, vulgar y de poca calidad,
puesto que para ellos es inadmisible que su refinado gusto pueda equipararse al
del resto de la humanidad, por supuesto que entre la música, literatura y cine
de consumo masivo existen innumerables casos de productos confeccionados
especialmente para ser efímeros y contribuir solamente a engrosar las cuentas
bancarias de sus creadores, sin embargo hay casos en los que también convergen
la calidad y la aceptación popular.
Sin
embargo no es de esos casos de lo que quiero comentar en esta ocasión, sino del
inestimado talento de contactar con el
gusto y preferencia de la mayoría.
En
México tenemos una historia en son de broma que va más o menos de la siguiente
manera:
“Un padre muy preocupado por la falta de
interés de su primogénito en los estudios, lo reprende fuertemente cuestionándole
a qué es lo que él aspira en la vida.
Con decisión en su respuesta el joven le
dice:
-Cuando sea grande quiero ser un pendejo.-
El padre se queda atónito ante la
respuesta de su hijo, y tras unos segundos de inmensa sorpresa, le dice
furibundo:
-¿Cómo es posible que me digas eso,
acaso ese es el ejemplo que te he dado?-
El adolescente asiente con seguridad diciéndole
a su padre:
-En cada ocasión que vemos a una persona con un auto deportivo último
modelo, tú refunfuñas:
¡Mira a ese pendejo!
Cuando vemos a alguien que ha viajado al
extranjero, tú murmuras entre dientes:
¡Vaya nada más a ese pendejo!
Y el otro día que encontraste a tu ex
compañero de universidad, él que se ha casado con una rubia de cuerpo espectacular, tu
dijiste:
¡Quién lo diría de este soberano
pendejo.¡
Es por todo eso que lo que más deseo es ser un pendejo.-
Más
allá de los falsos valores de éxito plasmados en el cuento anterior, lo cierto
es que hay personas para las que el césped de su vecino siempre será más verde.
Es sumamente difícil aceptar el éxito ajeno, por lo que de inmediato trataremos
de justificarlo con hechos negativos o simplemente terminar calificándolos de “pendejos”.
Cegados
por la frustración de no tener lo que nuestro vecino tiene dejamos de apreciar
que seguramente en algunas personas hay un talento o cualidad que a nosotros
nos falta.
Créanme
por favor, soy totalmente honesto en lo que diré a continuación, por supuesto
que me costó años entenderlo:
A
medida que he ido madurando he dejado un poco de lado la envidia. Me he
encontrado con personas que he conocido a lo largo de mi vida, a las que yo
consideraba menos inteligentes, menos capaces y menos talentosas y sin embargo
han tenido mayor éxito material que yo, quizá tienen un mejor auto, una mejor
casa o un mejor trabajo, sin embargo he superado los celos que eso pudiera
ocasionarme, y no crean que es por pensar como un natural medio de defensa:
“Ellos
tienen dinero, pero yo soy feliz con mi familia unida”
ó
El
tiene ese auto pero ¿qué habrá tenido que sacrificar para ello?
La
rabia que provoca el éxito ajeno no ha sido superada por la justificación
mediante un mecanismo de compensación, sino por la comprensión y aceptación de
que ellos tienen un talento que yo no.
Probablemente
no sean los más inteligentes, ni los más preparados, ni los más talentosos,
pero saben venderse bien y esa es la causa de su éxito.
El
poder lograr una conexión de empatía y “gustarle” “agradarle” o “hacer que nos
crean” no es una especie de suerte sino
un talento especial, que algunos tienen y otros no tenemos.
Cuando
en el trabajo no logramos una promoción y por el contrario se la brindan al
compañero que consideramos flojo e incapaz, normalmente solemos señalar que
fue solo por nepotismo, amiguismo o incluso porque ellos cedieron a algún tipo de comercio
carnal –por supuesto que se dan esos casos- pero normalmente dejamos de
apreciar que quizá esa persona que logró el ascenso, por el contrario que
nosotros, tiene la habilidad de hacer creer a los demás que su trabajo más que necesario resulta indispensable, esa facultad es un
talento por incomodo que pueda parecernos a los que tenemos que esforzarnos el
triple por lograr los mismos resultados.
En
el mundo del arte se da lo mismo, creadores que a pesar de ser socavados por la
crítica especializada y tachados de faltos de talento, tienen esa particular
habilidad de conectar con un gran público, la habilidad de venderse bien y créanme
por fácil que pueda parecer no es algo que pueda copiarse o conseguirse tras
seguir los pasos de un manual, si así fuera todos los que estamos en este mundo
batallando día a día conseguiríamos vender miles y miles de nuestras obras con
facilidad.
Las
autoras de las a veces ninguneadas sagas de Crepúsculo y Las sombras de Grey,
tienen ese particular talento que les permitió conectar con cientos de miles de
personas que no solo disfrutaron sus narraciones sino que piensan que sus obras
son lo máximo en el mundo de la literatura, incluso hay quien gracias a sus novelas tomó por primera vez un
libro.
Más allá del valor literario que ambas sagas puedan tener –el cual no me
corresponde a mí discutir- tanto Stephenie
Meyer como E. L. James tuvieron esa capacidad de escribir algo que estableció un
nexo entre sus creaciones y sus incondicionales seguidores.
Más allá
de convertirme en un crítico más – de obras que por cierto ni siquiera he
leído- debo reconocer que ambas autoras
cuentan con ese invaluable talento de saberse vender.
Este
artículo continuara...
A veces hay gente que cae en gracia y se sabe vender. Yo estoy preparando una novela para sacarla y no se si tendrá éxito o no, pero como la he escrito la voy a editar, después ya veremos. Un abrazo
ResponderBorrarTe deseo un gran éxito querido amigo J.F.Dominguez
ResponderBorrarSaludos🌷🦋