Bienvenidos.

Este es un espacio creado para tener interacción con todas aquellas personas que se interesen en la novela Para decir adiós: Las dos Princesas, publicada por Editorial Endira, la cual se encuentra a la venta en librerías de México y en todo el mundo mediante Paypal en compra directa aquí en el blog.

viernes, 28 de octubre de 2016

Los cuentos de mi abuela. Lágrimas, risas y amor.



Sean nuevamente bienvenidos al blog de Para decir adiós: las dos Princesas, el cual estará en librerías en el mes de febrero de 2017, muchas gracias por leerme.

Hace apenas unos días comentaba que en mi niñez dejé la Ciudad de México para trasladarme a radicar por un tiempo a la ciudad de Tonalá, Chiapas, lugar en el cual no podía continuar tan asiduamente con mi pasatiempo favorito, leer los cómics de Marvel y DC publicados por Novaro y Novedades editores.

En la calurosa tierra de mis abuelos llegaban no más de dos ejemplares de cada título por lo que si no eras de los afortunados en acudir  en primer término a la revistería, algún otro de los coleccionistas se haría con la edición de esa semana y tu colección quedaría incompleta, dado lo anterior y sobre todo a que personas muy cercanas a mi leían las historietas de Kalimán y el Libro Vaquero fue que tuve la fortuna de hacerme lector de dichas revistas.



Tras un año de residencia en Chiapas, la familia regresó a la Ciudad de México sin saber que sería solo de forma temporal, puesto que la casa en la que habitábamos, entre muchas otras, fueron expropiadas por el Gobierno de la ciudad para la ampliación de la estación del metro llamada Chabacano, por cierto dicha estación apareció en la película de Total Recall misma en la cual actúa Arnold Schwarzenegger y que está basada en un cuento de Philip K. Dick. 





En 1985 regresamos a Chiapas, pero ahora a la capital del estado, Tuxtla Gutiérrez, a donde el destino llevó a mi familia. Entre otras muchas grandes ventajas de haber dejado la ciudad de México y regresar a la tierra de origen, estuvo la posibilidad de visitar frecuentemente a mis abuelos, a los que veía casi cada fin de semana y con los que pasaba completamente las vacaciones de verano.

En los meses de julio y agosto, la casa de Don Francisco y Doña María Luisa se volvía mi casa y además de sentir sus amorosos cuidados tenía la fortuna de convivir diariamente con mis primos y estar a solo media hora de la playa, a la que tratábamos de ir cuando menos cada fin de semana durante el verano.



Mi abuela era una persona de un carácter muy singular, en ese entonces yo no lo sabía pero compartíamos un padecimiento, que en el caso de mi abuela no estaba diagnosticado por lo que tuvo que vivir su vida enfrentándolo sin el debido tratamiento, como resultado sus fluctuaciones de carácter eran tales que hacían muy complicada la convivencia con ella, para la gran mayoría excepto para mí.  

Conmigo mi abuela era una persona dulce y cariñosa, por supuesto que a veces se enojaba por alguna que otra travesura, pero su reacción respecto conmigo no era la que hubiera tenido con cualquier otra persona, entre muchas otras complicidades cada lunes Doña María Luisa me daba dinero para que yo acudiera a la revistería a comprar sus ejemplares preferidos y con el cambio pudiera yo comprar también los míos.




Mi abuela era una fanática de las novelas de las ocho a las diez de la noche, por lo que yo solía comprarle la revista “Tv y Novelas”, misma en la cual en esa época más que una revista solo de chismes, venía con un resumen de lo que pasaría en el programa televisivo, por lo que así si ella se lo perdía un día, podría seguir al tanto de la trama.

Como una aficionada tenaz a dicha clase de programas televisivos, mi abuela era seguidora también de la fuente original de muchas de esas novelas, la revista semanal “Lágrimas risas y amor” de la escritora Yolanda Vargas Dulché.


En la citada revista se presentaron muchas de las historias que tiempo después gozarían de enorme popularidad como teleseries, Yesenia, María Isabel, Alondra, el Pecado de Oyuki, Gabriel y Gabriela, Rubí, Ana Isabel entre muchas otras.








En el momento en que yo acudía a comprar los cómics de mi abuela, en “Lágrimas y risas” –como se conocía popularmente a la revista- se estaba publicando la historia de “Siempreviva” en la cual se narraban las aventuras de un indígena albino de nombre Tabora en una hacienda brasileña.   

Para cuando mi abuela había dado cuenta de sus historietas las dejaba a mi alcance por lo que pude seguir con atención muchas de las historias que se publicaron a mediados de los ochentas, entre ellas una versión de los Miserables a la cual mexicanizaron con el nombre de “Juan Valjean”.



Otras de las cuales recuerdo con mucha añoranza fueron una historia llamada “Anabella” publicada en la revista “Ilusiones”, cuya historia se desarrollaba en Francia en el siglo XIX y una más de la que no recuerdo el nombre, pero se ubicaba temporalmente en los momentos de la invasión alemana a París, previa a  la entrada de los Estados Unidos a la segunda guerra mundial, en ella se narraba la historia de dos mujeres, una francesa y otra norteamericana y como habían enfrentado los sucesos de la guerra y por supuesto las aventuras románticas que vivían en ellos.

A diferencia de las historias presentadas en “Lágrimas y risas”, las de las otras publicaciones tenían también un trasfondo erótico, por lo que a mis trece años dichas publicaciones fueron también para mí la posibilidad de tener una ventana abierta a temas que en otros medios no se podía tratar.



En uno de esos extraños casos de sincronía que se dan en el universo, hace algunos días recordaba esos momentos, pensando en lo que habría sido de las cajas en las que mi abuela guardaba sus historietas, deseando haberme quedado con alguna de ellas, entonces busqué en internet algo sobré el cómic de “Anabella” y encontré que alguien vendía once números en mercadolibre, aún no me llegan pero imaginarán que el gusto de encontrarlos ha sido enorme.


Saludos.   

jueves, 20 de octubre de 2016

Cuéntame una de vaqueros







Muchas gracias a todos los amigos que me brindaron su apoyo en un incidente relacionado con mi perfil de G+, que ahora ya no tiene mayor importancia, han sido muy amables con su solidaridad.

También agradezco de todo corazón a los que están hoy visitando este espacio y regalándome unos minutos de su día para leer mis publicaciones, todos ustedes dan sentido a este blog.

En México, desconozco si ocurre lo mismo en otros países de hispano América, siempre se ha menospreciado a la historieta, no solo considerándola como algo reservado a los niños, sino también como objetos vulgares que son leídos por las clases más populares y menos educadas.



Para los mexicanos, lo anterior se agrava si se trata de historietas creadas en el propio México, entonces son llamados subproductos que incitan al machismo y a la violencia y sus lectores son denominados indebidamente “analfabetos funcionales”, incluso algunos “intelectuales” se refieren a los productos mexicanos como la “peor historieta del mundo”.

Lo señalado desgraciadamente no solo ocurre con la historieta sino también con otras expresiones artísticas, sobre todo con la música.

Para muchos connacionales la música mexicana, llámese ranchera, banda, corrido, grupera, es denominada música naca, adjetivo que en México se identifica con lo popular, lo nacional, lo pobre y lo inculto, peyorativo que curiosamente es usado por todas las clases sociales para denominar a quien en la pirámide de la estructura social se encuentra por debajo de él.



Para los poquísimos mulltimillonarios todos en el resto del país somos nacos, para los de clase alta somos nacos todos los que pertenecemos a la clase media, estrato social para el cual es naco el “pobre”, para los de menos recursos económicos el que es naco es el indígena, como podrán ver se trata de una cadena de discriminación y podredumbre humana.



En mi particular punto de vista uno de los más grandes problemas de nuestra idiosincrasia es la falta de orgullo por quienes somos, reza una frase usada aquí:

“El rock es cultura”

De igual forma se consideran cultos el jazz, blues, soul y demás creaciones anglosajonas, pero jamás podrán ser consideradas de tal forma creaciones netamente mexicanas como lo son las canciones norteñas, rancheras y de cumbias.

Lo anteriormente dicho queda perfectamente manifestado y de mejor forma a lo que yo puedo decir, en la letra de una de las canciones de uno de mis grupos favoritos, “Café Tacuba” el cual es un ejemplo de orgullo a las raíces mexicanas y el cual comprueba que la música es simplemente eso mas allá de etiquetarla con géneros, la melodía en cuestión se llama “El fin de la infancia” y entre otras cosas dice:

La gente dice que el baile,
solo es una diversión,
y artistas extranjeros,
se llevan la comisión,
hoy quitaré el miedo,
a sentirme en la vanguardia,
sin tener que ir a New York,
para ver allá que pasa.

Y bailando caballito con la banda cafecitos, como no lo va a lograr?
Y bailando caballito con la banda cafecitos, como no lo van a respetar?

Para que tirar la piedra,
no estoy libre de pecado,
con todos los mestizos,
también me maleducaron,
porque ya estoy grandecito,
para decidir mi vida,
quinientos años frustrados,
creo que ya fue gran medida

Y bailando caballito con la banda cafecitos, como no lo va a lograr?
Y bailando caballito con la banda cafecitos, como no lo van a respetar?

Seremos capaces de bailar por nuestra cuenta?
seremos capaces de bailar?
Seremos capaces de pensar por nuestra cuenta?
seremos capaces de pensar?
basta ya de interrogar !

basta ya de interrogar !

El baile del caballito fue desarrollado por varios grupos de música norteña,  creando un subgénero con un muy peculiar estilo de baile, es decir era algo netamente mexicano, sin embargo como todo lo netamente mexicano para muchos intelectuales se trataba solamente de música vulgar, corriente y solo para nacos, desgraciadamente siempre habrá quien siga diciendo despectivamente:

“La moda nace en parís y muere en México”



Regreso a los cómics que fueron el origen de esta charla, en ellos son ampliamente despreciados los productos nacionales, incluso los que hicieron época y a los cuales me he referido en otras ocasiones aquí tal como lo son Kalimán y Fantomas, pero de entre todos esos sufridos parias hubo uno que fue más perseguido y señalado, curiosamente fue también el más longevo, llegando a publicarse ininterrumpidamente por más de 35 años, se trata de “El libro vaquero”.



Por el estigma antes señalado “El libro vaquero” es sinónimo de literatura barata, guiones planos e historias repetitivas y vulgares, es decir el epitome de toda la  lectura de los “analfabetos funcionales”, sin considerar por otro lado que se trata de un fenómeno cultural digno de estudio que bien podría servir para llevar la lectura a más personas.

Mi encuentro con el libro vaquero fue a muy temprana edad, en ese entonces la publicación aún no tenía todo el contenido erótico que tuvo al final de su existencia mientras era sobrecargado de sexo intentando sobrevivir a la extinción del medio.



Para mí siempre el cómic fue cualquier arte secuencial que se expresará en viñetas sin importar si estaba hecho en México, Japón, Francia o Estados Unidos. Esos dibujos con guiones siempre fueron mi pasión y por tanto cualquier historia que caía en mis manos era devorada por mí con mucho gusto, así que durante un tiempo en el que nos mudamos de la ciudad de México hacía Tonalá Chiapas cuando yo cursaba el segundo año de primaria, mis lecturas principales dejaron de ser el Hombre araña, los vengadores y los cuatro fantásticos, para comenzar a leer Kalimán, Lágrimas y risas y por supuesto el Libro vaquero.



Sin lugar a dudas el susodicho Libro vaquero tenía sus deficiencias pero también encerraba ciertas virtudes que sus detractores se niegan a ver. Entre los puntos que ahora como un adulto que ha leído más de lo que lo había hecho aquel niño de siete años, puedo citar como negativos el que seguramente las historias eran simples, los guiones no estaban del todo trabajados y que incluso el dibujo no era todo lo detallado que la intrínseca calidad de sus creadores podía dar, sin embargo ante ello hay que tomar en cuenta que era una publicación semanal y puedo asegurarles con conocimiento porque he intentado hacer un cómic, que realizar uno en tan solo una semana es una tarea titánica en la que difícilmente podrás entregar un producto en el que explotes al cien por ciento las cualidades que puedas tener.




Por otra parte y como sus puntos fuertes puedo señalar que en esa época era un medio sano de diversión que explotaba virtudes como el honor y la lealtad en sus protagonistas, en ellos no se hacía apología a la delincuencia tal y como ahora se hace con las narco novelas que han inundado el medio televisivo, el erotismo que incluían era más que nada sugerido y sobre todo resultaba una introducción a la lectura, la cual como ningún otro medio impreso llegaba a millones de personas que no suelen leer nada más.



En lo personal soy un ferviente creyente de que es mejor leer algo a no leer nada y que si has leído una novela ligera tienes muchas más probabilidades de poco a poco interesarte por una lectura más profunda, sin embargo los opositores de estos medios de expresión señalan que no basta leer sino que hay leer con calidad, haciendo la analogía de la desventaja de comer productos chatarra frente a una nutritiva y balanceada comida, utilizando su propia comparación yo les diría que es mejor comer algo a estar en inanición.




Puedo asegurarles por mi propia experiencia, que dichas historietas me ayudaron a aprender a leer, incluso acrecentaron mi vocabulario y que fueron la perfecta introducción para pasar a la lectura sin imágenes.

Para la mala fortuna de los vaqueros, Apaches, Cherockees y bellas bailarinas de Can Can que poblaban al libro vaquero, las crisis económicas y los adelantos tecnológicos resultaron ser los peores enemigos a enfrentar, pasando de un extraordinario tiraje de un millón de ejemplares semanales, a cuatrocientos mil, luego a cien mil hasta llegar a una cantidad que ya no lo hacía un negocio viable.

En ese trayecto la publicación sufrió no solo la merma en sus ventas sino también en su calidad, sus defectos se hicieron más evidentes, al tratar de combatir a un terrible enemigo con la estrategia inadecuada, los editores pensaron que la respuesta estaba en acrecentar la carga erótica de la publicación con lo que únicamente consiguieron que dejara de ser un producto familiar que un padre podía llevar con toda confianza a casa, de tal manera su público se fue haciendo menor hasta que el libro vaquero termino desahuciado.



Es un error creer que lo popular es sinónimo de poca calidad, pero creo que eso da mucha tela de donde cortar y espero que me acompañen en un artículo futuro para charlar sobre eso.

Muchas gracias por acompañarme, para terminar solo quiero hacer una mención especial a los dibujos del extraordinario ilustrador Jorge Aviña, aún cuando la revista descendía dramáticamente en la calidad de su contenido, las portadas realizadas por Don Jorge nunca dejaron de ser fabulosas. 



Posiblemente haya quien encuentre a las mujeres que ahí se presentan demasiado exuberantes, puede que incluso digan que dichas portadas puedan ser misóginas, yo solo sé que las valerosas chicas que el señor Aviña dibuja me encantan.




Saludos.   
  
Pueden encontrar más ilustraciones de este enorme dibujante mexicano en su página personal.













viernes, 14 de octubre de 2016

TIERRA DE CANÍBALES. El salvaje mundo de los escritores indies





Bienvenidos al blog de Para decir adiós: Las dos Princesas, millones de gracias por estar nuevamente visitándome.

En una entrada realizada en el momento en que recién iniciaba con éste espacio, les hablaba de las esperanzas que cada uno de los creadores  ponemos en nuestras obras, las cuales son realizadas con un inmenso amor por las ideas ahí plasmadas y con enorme ilusión por encontrar quien nos haga replica.



Desgraciadamente el mundo de los autores independientes es una verdadera tierra de caníbales, la mayoría olvidamos que antes de pretender ser escritores éramos solo lectores y nos negamos el privilegio de conocer la obra del resto de compañeros que están en la misma situación que nosotros, tocando puertas fuertemente para ser atendidos por un generoso lector que se interese en lo que tenemos que decir.



Para acrecentar la difícil situación, los escritores más establecidos, señalan con sorna:

“Ahora cualquiera escribe.”

En lo personal creo que desde que se empezaron a plasmar ideas en papel, cualquiera podía escribir, al respecto considero que lo único que ha cambiado es que la tecnología nos brinda la posibilidad de aspirar llegar a miles de personas en cualquier parte del mundo, por supuesto que lo difícil es lograrlo.



Facebook, Youtube, Pinterest, G+ y otras redes sociales permiten conocer a escritores, pintores, actores y fotógrafos de cualquier latitud de nuestro planeta, no es que dichos medios electrónicos los hayan convertido en eso, puesto que la aspiración artística existía previamente en cada uno de ellos, ahora únicamente tienen los medios para llegar a cualquier rincón del mundo.

La posibilidad de encontrar receptores para nuestras historias en cualquier sitio es realmente una maravilla que nos brinda la web, sin embargo también hace que nos encontremos perdidos en un inmenso mar de información, en el que desgraciadamente el resto de náufragos que se encuentran a nuestro lado raramente podrían solidarizarse con nosotros.

En las redes somos miles o millones de escritores noveles que aspiramos a que nuestra obra llegue a ser ampliamente leída y disfrutada, por lo que nuestros escritos fácilmente navegaran a la deriva sin encontrar puerto.

En una lucha encarnizada, nos dedicamos a anunciar y promover nuestras historias, sin tomar en cuenta la del compañero que lucha codo a codo por lograr lo mismo que nosotros.

¿Cómo puedo pedir atención para mis escritos si soy incapaz de brindárselo al de otros?

¿Acaso he olvidado que antes de ser escritor fui lector? 
  
Por supuesto que hay excepciones, creativos generosos que además de estar dando la pelea en este difícil medio se toman el tiempo para leer las historias de otros, pero en verdad creo que desgraciadamente son los menos.

La difícil situación descrita se da incluso cuando los escritos que promovemos son compartidos en forma gratuita, ahora imagínense lo que ocurre cuando son vendidos.



Muy pocos de nosotros nos damos la oportunidad de leer a un escritor novel, preferimos gastar diez veces más pero adquirir el libro de un autor consagrado o al menos de uno que se nos ha recomendado, por supuesto que entiendo que de tal forma se pueda considerar que se está invirtiendo “sabiamente” el dinero, que así se está comprando a la “segura”, pero sería bueno también considerar que en muchas de las ocasiones los libros de escritores novatos en su versión electrónica no cuestan más allá del muy cómodo precio de 2 o 3 dólares.

Creo que la mayoría de los que batallamos diariamente en este medio tenemos el sueño de poder dedicarnos profesionalmente a lo que más nos gusta, en mi humilde opinión escritores ya somos desde que nos atrevimos a romper barreras y plasmar nuestras ideas e historias en papel, si somos buenos o malos escritores ese es otro asunto que no nos toca a nosotros decidirlo, pero al menos narradores lo somos.

Sin embargo el tiempo que dedicamos a escribir es solo el que nos sobra puesto que debemos efectuar una tarea remunerada que nos permita cubrir al menos nuestras necesidades materiales primarias.

¿Quién de ustedes escritores amateurs que hacen el favor de leer estas líneas desearía poder escribir durante una jornada completa sin preocuparse por desempeñar otro trabajo?    

Al menos de mi parte por supuesto que desearía que fuera así, poder convertirme en un escritor profesional que pudiera dedicarse al 100 por ciento a escribir novelas y cómics.

Todas estas divagaciones con las que estoy atormentándoles vienen por una razón que a continuación les expongo:


Hace apenas unos pocos días vi un mensaje de la escritora Myriam Millán, en el que agradecía y se despedía temporalmente de sus lectores, señalándoles que por un tiempo tendría que retirarse de la fascinante labor de escribir, la razón del porque se alejaba de su pasión, resultó para mí demoledora en mis propios sueños.

Miriam tenía que buscar un trabajo que le permitiera cubrir sus necesidades materiales, porque evidentemente la escritura no lo estaba haciendo.



Para los que no la conocen Myriam Millán es la escritora de la novela “La hija del dragón”, con la cual ganó el II premio para escritores Indies organizado por Amazon.



Tras el premio su novela fue también traducida al inglés y comenzó la escritura de su tercera novela “Diavolo”, la cual por cierto ya se encuentra a la venta.

Sin conocerla directamente, ella se convirtió para mí en una especie de ejemplo de que este sueño podía llegar a buen puerto.

Ver sus fotos en las entrevistas y presentaciones, así como los comentarios de sus lectores me hacía ver que para un soñador era posible hacer que su pasión se concretara como una realidad.



Al aventurarnos en la publicación de una historia muchas veces no solo ponemos en ella la ilusión de que sea compartida, en ella van horas de esfuerzos, discusiones con la familia, burlas enfrentadas, ahorros comprometidos y haberle plantado cara a los sentimientos negativos de todos los que te quieren decir “te lo dije soñador, sólo estás perdiendo el tiempo”.

El ver la noticia de Myriam me afectó anímicamente, debo reconocerlo, en lo particular he depositado mucha fe en mis propios sueños y aún cuando no he logrado todavía nada, cada pequeño paso ha ido alimentando mi esperanza de que esto sea posible. Cada que les digo millones de gracias por su lectura, créanme que no son solo palabras, es lo que en verdad siento puesto que van dotando de combustible a esta máquina de sueños.

Cuando vean libros como los de Myriam u otros compañeros escritores noveles, por favor no les cierren la puerta, permítanles cumplir sus sueños, si en verdad les gusta leer no perderán mucho, como lo he expresado la mayoría de ellos no cuestan en formato digital más allá de 2 o 3 dólares, por supuesto no les estoy pidiendo que les regalen su dinero como un acto caritativo, eso sería insultante para ustedes y para los escritores, no se trata de una limosna lo que pido para ellos, sino una inversión, un acto de fe a su talento.

En el peor de los casos, en el que la historia de mis compañeros no te haya gustado, no habrás perdido más que unos cuantos minutos  de tu tiempo y el precio equivalente al de la cerveza que te tomarías el fin de semana con los amigos.

Por el contrario si con suerte encuentras en ellos a un narrador de tu agrado habrás encontrado en su libro a un compañero para toda tu vida.

Por favor, seamos generosos.



Por cierto “La hija del dragón” es un interesante  thriller que se encuentra basado en el mito de la condesa sangrienta, Erzsebet Bathory, una de las más terribles asesinas seriales de la historia.