Sean
nuevamente bienvenidos al blog de Para decir adiós: las dos Princesas, el cual
estará en librerías en el mes de febrero de 2017, muchas gracias por leerme.
Hace
apenas unos días comentaba que en mi niñez dejé la Ciudad de México para
trasladarme a radicar por un tiempo a la ciudad de Tonalá, Chiapas, lugar en el
cual no podía continuar tan asiduamente con mi pasatiempo favorito, leer los
cómics de Marvel y DC publicados por Novaro y Novedades editores.
En
la calurosa tierra de mis abuelos llegaban no más de dos ejemplares de cada título
por lo que si no eras de los afortunados en acudir en primer término a la revistería, algún otro
de los coleccionistas se haría con la edición de esa semana y tu colección
quedaría incompleta, dado lo anterior y sobre todo a que personas muy cercanas
a mi leían las historietas de Kalimán y el Libro Vaquero fue que tuve la fortuna
de hacerme lector de dichas revistas.
Tras
un año de residencia en Chiapas, la familia regresó a la Ciudad de México sin
saber que sería solo de forma temporal, puesto que la casa en la que habitábamos,
entre muchas otras, fueron expropiadas por el Gobierno de la ciudad para la
ampliación de la estación del metro llamada Chabacano, por cierto dicha
estación apareció en la película de Total Recall misma en la cual actúa Arnold Schwarzenegger y que está basada en un cuento de Philip K. Dick.
En
1985 regresamos a Chiapas, pero ahora a la capital del estado, Tuxtla Gutiérrez,
a donde el destino llevó a mi familia. Entre otras muchas grandes ventajas de
haber dejado la ciudad de México y regresar a la tierra de origen, estuvo la
posibilidad de visitar frecuentemente a mis abuelos, a los que veía casi cada
fin de semana y con los que pasaba completamente las vacaciones de verano.
En
los meses de julio y agosto, la casa de Don Francisco y Doña María Luisa se
volvía mi casa y además de sentir sus amorosos cuidados tenía la fortuna de
convivir diariamente con mis primos y estar a solo media hora de la playa, a la
que tratábamos de ir cuando menos cada fin de semana durante el verano.
Mi
abuela era una persona de un carácter muy singular, en ese entonces yo no lo
sabía pero compartíamos un padecimiento, que en el caso de mi abuela no estaba
diagnosticado por lo que tuvo que vivir su vida enfrentándolo sin el debido
tratamiento, como resultado sus fluctuaciones de carácter eran tales que hacían
muy complicada la convivencia con ella, para la gran mayoría excepto para mí.
Conmigo
mi abuela era una persona dulce y cariñosa, por supuesto que a veces se enojaba
por alguna que otra travesura, pero su reacción respecto conmigo no era la que
hubiera tenido con cualquier otra persona, entre muchas otras complicidades
cada lunes Doña María Luisa me daba dinero para que yo acudiera a la revistería
a comprar sus ejemplares preferidos y con el cambio pudiera yo comprar también los
míos.
Mi
abuela era una fanática de las novelas de las ocho a las diez de la noche, por
lo que yo solía comprarle la revista “Tv y Novelas”, misma en la cual en esa época
más que una revista solo de chismes, venía con un resumen de lo que pasaría en
el programa televisivo, por lo que así si ella se lo perdía un día, podría
seguir al tanto de la trama.
Como
una aficionada tenaz a dicha clase de programas televisivos, mi abuela era
seguidora también de la fuente original de muchas de esas novelas, la revista
semanal “Lágrimas risas y amor” de la escritora Yolanda Vargas Dulché.
En
la citada revista se presentaron muchas de las historias que tiempo después gozarían
de enorme popularidad como teleseries, Yesenia, María Isabel, Alondra, el
Pecado de Oyuki, Gabriel y Gabriela, Rubí, Ana Isabel entre muchas otras.
En
el momento en que yo acudía a comprar los cómics de mi abuela, en “Lágrimas y risas”
–como se conocía popularmente a la
revista-
se estaba publicando la historia de “Siempreviva” en la cual se narraban las
aventuras de un indígena albino de nombre Tabora en una hacienda brasileña.
Para
cuando mi abuela había dado cuenta de sus historietas las dejaba a mi alcance
por lo que pude seguir con atención muchas de las historias que se publicaron a
mediados de los ochentas, entre ellas una versión de los Miserables a la cual
mexicanizaron con el nombre de “Juan Valjean”.
Otras
de las cuales recuerdo con mucha añoranza fueron una historia llamada “Anabella”
publicada en la revista “Ilusiones”, cuya historia se desarrollaba en Francia
en el siglo XIX y una más de la que no recuerdo el nombre, pero se ubicaba
temporalmente en los momentos de la invasión alemana a París, previa a la entrada de los Estados Unidos a la segunda
guerra mundial, en ella se narraba la historia de dos mujeres, una francesa y
otra norteamericana y como habían enfrentado los sucesos de la guerra y por
supuesto las aventuras románticas que vivían en ellos.
A
diferencia de las historias presentadas en “Lágrimas y risas”, las de las otras
publicaciones tenían también un trasfondo erótico, por lo que a mis trece años
dichas publicaciones fueron también para mí la posibilidad de tener una ventana
abierta a temas que en otros medios no se podía tratar.
En uno
de esos extraños casos de sincronía que se dan en el universo, hace algunos días
recordaba esos momentos, pensando en lo que habría sido de las cajas en las que
mi abuela guardaba sus historietas, deseando haberme quedado con alguna de
ellas, entonces busqué en internet algo sobré el cómic de “Anabella” y encontré
que alguien vendía once números en mercadolibre, aún no me llegan pero
imaginarán que el gusto de encontrarlos ha sido enorme.
Saludos.
Mucha lectura y càlidos recuerdos.
ResponderBorrarSaludos muchas gracias por la visita. Son recuerdos que espero perduren por siempre en mi memoria pues a pesar de los varios años ya de su partida, a Doña María se le extraña mucho.
BorrarHola, por si te interesa tener los cómic que más te recuerdan la gran afición que te inicio de pequeño, hay muchas páginas donde puedes descargarte las. Yo tengo colecciones enteras de cómic descargadas que con programas de lectura puedes tenerlas digitalmente. No es lo mismo que el papel, pero es una opción aceptable y grata. Un saludo
ResponderBorrarMuchas gracias por la visita y por la recomendación, como bien lo dices nunca sera lo mismo que la agradable sensación de tener en las manos el papel, sin embargo es una gran opción para hacernos de cómics que de otra forma nunca podríamos leer ya sea por ser muy antiguos o por no venderse en nuestros países.
BorrarHola, donde puedo descarcar esos comics?
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