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Este es un espacio creado para tener interacción con todas aquellas personas que se interesen en la novela Para decir adiós: Las dos Princesas, publicada por Editorial Endira, la cual se encuentra a la venta en librerías de México y en todo el mundo mediante Paypal en compra directa aquí en el blog.

miércoles, 18 de enero de 2017

Soñar pero con un pie sobre la tierra.




Muy buenos días miles de gracias por la generosidad de su visita a éste espacio, si todo sigue como está previsto en unas  pocas semanas (finales de febrero o inicios de marzo) tendré por fin la posibilidad de ver un anhelado sueño cumplido, tener la versión impresa de Para decir adiós: las dos Princesas  en mis manos.

Más allá de la aceptación y el resultado de ventas que pueda tener mi obra, el llegar a esta parte del camino constituye para mí un verdadero éxito de perseverancia y amor por una tarea pero sobre todo un verdadero y arriesgado salto de fe.

Les platico que en mi familia siempre hemos hablado de llevar el estigma de la decidía como una pesada carga, por ejemplo en mi niñez y juventud  inicié clase de tenis, tae kwan do, beisbol, pintura, guitarra, futbol americano e incluso la carrera de medicina, y en cada ocasión las abandoné a pocos meses de su inicio.

Muchas de las importantes tareas emprendidas en mi años de juventud fueron abandonadas al cabo de poco tiempo, solo por la decidía, aún recuerdo muy bien una mañana de verano en la que me encontraba tirado en cama viendo por la televisión las competencias olímpicas de Los Ángeles 1984, cuando mi madre entró en el cuarto y nos dijo a mi hermanos y a mí.



“miren a esos jóvenes exitosos que están compitiendo, ustedes nunca harán algo así en su vida porque se la pasan tirados viendo televisión.”

Dada mi juventud, tenía en ese entonces 9 años, tomé aquello de forma negativa pensando en la falta de confianza que mi madre depositaba en nosotros sin darme cuenta de que sus palabras eran una arenga para sacudirnos el tedio y la conformidad en la que estábamos, desgraciadamente me di cuenta de eso muchos años después. 

Ya en la edad adulta, acabando de pasar los treinta tuve la fortuna de abrir un pequeño negocio de renta de películas en formato DVD, que dado el auge temporal de dicho medio, me permitió cubrir mis necesidades básicas sin mayor esfuerzo, por lo que contraté a alguien que lo atendiera durante toda la semana dedicando por mi parte a su cuidado únicamente los fines de semana y días festivos.

Lo lógico ante aquella buenaventura hubiera sido el seguir con mi trabajo de abogado de lunes a viernes, pero me convencí de que ese era el momento de perseguir mi antiguo sueño de hacer una historieta, así que poco a poco fui abandonando el despacho jurídico que tenía con mi padre  - el cual vale aclarar que tras su muerte se había visto en una crisis tremenda dado a la falta de confianza que la mayoría de los clientes tenían en mi-  hasta que finalmente lo cerré para dedicarme aparentemente a mi sueño.




El punto es que no perseguí lo que anhelaba con total empeño, ni continué con un trabajo que me permitiera hacerme de un patrimonio que me brindara una mediana tranquilidad para el futuro, por lo que terminé por no consolidar la publicación del cómic que estuve haciendo durante años y tras la caída del formato del DVD teniendo también que cerrar mi negocio y quedándome sin mi principal medio de manutención.

Para ese entonces ya me había comprometido económicamente con la compra de una casa y el crédito bancario no esperaría por mí, así que tuve que buscar algo a lo que erróneamente me había negado toda mi vida, a ser un burócrata que trabajara para una dependencia gubernamental.



Según yo dejaba atrás mi independencia para trabajar con los “malos” del gobierno, pero mi situación era desesperada, en 2009 comencé a trabajar para el sistema carcelario en Chiapas, en el área de preliberaciones, al cabo de unas semanas me di cuenta de que aquello no era malo, si no dejaba atrás mis principios, así que para cubrir mis necesidades primarias abandone mis sueños y me dediqué durante dos años a trabajar con esmero en ese lugar en algo que no era del todo satisfactorio para mi, al tener que concentrarme en leer expedientes en los que se narraba lo más bajo a lo que puede llegar el ser humano.

Para el verano de 2011 por un imprudente arranque de dignidad renuncié a mi trabajo -para ese entonces ya había nacido mi primer hijo- y me vi en una de las épocas económicamente más difíciles de mi vida, sin empleo mi familia sobrevivió las primera semanas gracias a la ayuda de mi madre y de su hermana, lo poco que yo había logrado ahorrar lo gasté en la promesa de un nuevo negocio que prometía un boom económico, un “centro de llenado de agua purificada”  por distintas razones el negocio no funcionó a pesar de que creo haber puesto todo mi empeño en eso, sin embargo esa difícil época me regalo algo entrañable, un día, de camino al sitio en el que se encontraba el expendio de agua y tras una plática sostenida con mis sobrinos Montserrat y Luis surgió en mi la idea primigenia de lo que a la postre sería Las dos Princesas.




Montse y Luis acababan de perder a sus mascotas y la angustia de lo que sentían hizo surgir en mí el primer esbozo de la narración que muy pronto estará publicada, era muy diferente a lo que terminó siendo y estaba pensada como un cuento corto de no más de 60 u 80 páginas pero fue el inicio de algo que por primera vez en mi vida no soltaría hasta verlo concluido.

Tras los difíciles días, para septiembre de 2011 comencé a trabajar en el Poder Judicial de Chiapas, por fin había aprendido de mis errores, así que con una cierta estabilidad económica proporcionada por un sueldo fijo, a la par lucharía por mi sueño artístico. En los ratos libres en los que mis compañeros de oficina utilizaban para el desayuno o refrigerio, yo los usaba para ir escribiendo la historia de las dos princesas.

En el transcurso de las tardes de guardia en las que el trabajo prácticamente desaparecía yo lo dedicaba a seguir con mi narración, de tal manera la historia que nació como un cuento corto fue creciendo y tomando vida propia hasta convertirse en una novela de más de trescientas páginas.

Irónicamente a pesar de encontrarme en una época de  estabilidad laboral también lo fue una de gran inestabilidad emocional, las épocas difíciles habían dejado sus secuelas en mi matrimonio y con ello grietas en lo que antes era algo inquebrantable.

En esos primigenios meses de estar escribiendo los primeros capítulos de Para decir adiós, terminé por herir emocionalmente a una de las personas más especiales en mi vida, por más que yo justificará mis actos la realidad es que traicioné su confianza y la lastimé, me herí a mí mismo y terminé por implicar a otra persona que me había brindado su confianza y amistad, al confundir sus sentimientos hacía mí y a la que con todo ello también terminé por hacerle daño.

Sorprendentemente todo ese cumulo de emociones no solo tuvo repercusiones negativas en mi vida sino que también tuvo sus consecuencias para la narración y vi en ella una forma de exorcizar mis culpas, ahora a la distancia sé que sin vivir todo eso, no habría tenido la fuerza para vencer a mi decidía y lograr concluir con la novela.

Decidido  a no detenerme ahí, realicé los requisitos necesarios para los registros autorales, la imprimí en una versión casera y la regalé a mi familia, convencido de que en los siguientes meses buscaría una editorial que me brindará la oportunidad de compartir mi obra con otras personas.

Después de mucho tocar puertas logré llegar a Endira Editorial y tras un año de trabajo de edición, Para decir adiós está más cerca que nunca de ver la luz.

Es por ello que pase lo que pase a partir de ahora, para mí el vencer a tantos demonios internos a través de ella, constituye ya un triunfo en mi vida.

Para terminar solo puedo decirte que si tienes un sueño te aferres a él sin dejar de considerar también que siempre deberás permanecer con un pie sobre la tierra.



Muchas gracias 

1 comentario:

  1. Hola J. F lindo: ante todo ¡FELICITACIONES! Ser leal al don venciendo las adversidades, y trabajando en lo que sea, es el recorrido seguro al éxito. Ya ves cómo las palabras son tus herramientas necesarias para cualquier gestión existencial. No las descuides jamás.
    Fuerte abrazo ¡GANADOR!

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