Les
deseo un fenomenal fin de semana, muchas gracias por estar aquí de nueva cuenta,
hoy tengo mucho que agradecer dado a los favorables y mus amables comentarios
que han vertido sobre los dos capítulos de Para decir adiós: Las dos Princesas
que he publicado esta semana, como le comentaba a las personas que fueron tan
gentiles de hacerlos: Sus palabras son combustible puro para seguir andando en
dirección a los sueños.
Entre
todos los valiosos comentarios, hay uno que quiero reproducir de alguna forma
aquí porque me parece que en él se plasma mucho de lo que para mí es la magia a
la que podemos aspirar en el mundo real, esta es la fantasía.
Una
amiga comentaba que en el seno de su familia, en un momento difícil, ella les manifestó, que en su propio jardín había descubierto una
piedra mágica a la cual podrían contarle todos sus secretos y ella te
respondería, por supuesto la roca se convirtió en algo especial para ellos,
como ella misma me dijo, no es que la piedra fuera la más hermosa del mundo,
sin embargo para su familia la fantasía permitió que un objeto ordinario se
convirtiera en la más bella de las rocas.
Lo
ven, ¿quién puede decir que la magia no es capaz de transformar las cosas?
Agradezco
infinitamente la confianza para narrarme esa anécdota especial, sobre todo
porque el leerla me hizo rememorar uno de los momentos más mágicos de mi propia
vida.
En
alguna otra ocasión, aquí mismo en el blog he tenido la oportunidad de
referirme a mi madre, hoy nuevamente me resulta obligado porque ese momento mágico
fue producido y compartido por ella.
Si
han tenido la oportunidad de ver la película de La princesita, basada en el
libro de Frances Hodgson Burnett, podrán tener una idea de lo que les narraré a
continuación.
Mi
abuela materna, era una persona de un carácter férreo al extremo, al grado que
al no poder controlar las travesuras y ocurrencias de mi madre –las propias de
una niña- , la mandó a un internado cuando apenas tenía seis años, separándola
de su padre –lo que ella más amaba-, en dicho internado al cuidado de monjas,
ella pasó parte de su educación primaria.
Mi madre con mi hermano mayor.
Mi
abuelo, un excelente ser humano, pero un poco tibio a la hora de enfrentar
problemas, permitió que se le separara de su hija, a pesar de ser también lo
que el más ama. En dicho internado mi madre hizo grandes amigas que conserva
aún hoy día, pero tuvo que enfrentar la lejanía de la familia y la severa
educación de las monjas.
Al
regresar a casa y ya siendo una adolescente, mi abuela volvió a enfrentarse con
el carácter de mi madre y nuevamente las consecuencias fueron las mismas, ella
fue enviada nuevamente lejos de casa, para vivir con unos parientes en el
estado de Michoacán y cursar ahora ahí la secundaria, mi mamá aun conserva uno
de los temores provocados en esa época.
Al
terminar la secundaria hubo un nuevo regreso y un nuevo envío lejos de casa,
ahora a la ciudad de San Cristóbal en su natal Chiapas para estudiar la
preparatoria.
Como
verán, tal como ocurre con Sarah la protagonista de la historia referida, mi
madre fue enviada siempre lejos de casa, con la diferencia que a la princesita
la mantuvo ahí el destino y a mi madre, mi abuela.
Aquello
por supuesto hizo sus secuelas en el carácter de mi madre, quien a pesar de su carácter
afable y alegre, en el fondo teme el rechazo de las personas que más quiere.
Desde
mi nacimiento, ella me dio todo el cariño y protección que hasta cierto punto a
ella le fue negado, y entre muchas otras cosas me regaló una hermosa fantasía.
Cuando
yo tenía entres dos y tres años, un día mí madre me dijo que cuando ella era
niña había tenida una amiga, de hecho era su mejor amiga y que ella ahora quería
conocerme.
La
amiga en cuestión no era una cualquiera, sino que lo era una hormiga que venía
de Francia, a la cual yo no podría ver por lo pequeña que era pero podría
charlar con ella a través de la amorosa voz de mi madre.
Día
a día la hormiga platicaba conmigo, narrándome sus aventuras y sus viajes, haciéndome
mimos y logrando que mi vida fuera aún más feliz de lo que ya era.
Aquí estoy yo, Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana.
Así pasaron los años hasta que fui dejando aquella inocencia que me permitía creer que mi amiga era totalmente real, odio reconocerlo, pero llego un día en que de alguna forma parte de la magia se marchó, yo ya estaba plenamente convencido de que la hormiga era solo mi madre, ella al percatarse de ello y al considerar que a los cinco años ya no era prudente tener una amiga imaginaria decidió que era hora de decir adiós.
Mi
mejor amiga se presentó ante mí con la terrible noticia de que no volvería a
hacerlo más, que tendría que partir y no podría volver a mi lado.
Le
dije adiós para siempre a mi amiga, la hormiga que venía de Francia, mientras
los ojos de mi madre se llenaban de lágrimas.
Ahora,
estoy convencido que sin importar que se tratará de mi madre y no de una
hormiga parisina parlanchina, para mí, mi diminuta amiga fue real y me regaló
comprensión, atención, mimos y su amistad.
Gracias
hormiguita.
Precioso y vívido relato, me encantó y me hizo rememorar leecturas de mi infancia, qué fueron muchas.
ResponderBorrarMe gusta mucho la forma sencilla de la narración qué me ha metido dentro.
Gracias por compartir. Un gran abrazo.
Muchas gracias, en especial esta narración como lo imaginarás se trata de un momento muy especial de mi vida, saludos.
BorrarPrecioso y vívido relato, me encantó y me hizo rememorar leecturas de mi infancia, qué fueron muchas.
ResponderBorrarMe gusta mucho la forma sencilla de la narración qué me ha metido dentro.
Gracias por compartir. Un gran abrazo.
Wuuuooo!!. Que hermosa esperiencia!muchas gracias corazon que lindo ver mi historia de magia de verdad es muy agradable leer tus historas con esa chispa de magia y importante ya que mencionas a tu familia felicidades es muy claro y nada aburrido si no que compresto vas leyendo mas te emosiona seguir la historia linda tarde abrasitos ate,R.CH.
ResponderBorrarMuchas gracias a ti, como lo comento fue gracias a tu narración que rememoré este especial suceso en mi vida, así es como funciona la magia. Abrazos
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