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miércoles, 18 de noviembre de 2015

La trama propuesta por Ana López Racionero y el Capitulo IV del Maravilloso Mago de Oz




Nuevamente bienvenidos a este espacio, hoy tengo el enorme placer de compartir con todos ustedes la trama propuesta por la autora Ana López Racionero, para el proyecto de escritura en conjunto, espero que les guste y comenten al respecto para ir conociendo las opiniones de todos, con esto estaremos en espera únicamente de las ideas de los otros tres autores.



"El agente Saúl Ortega (nombre opcional) investiga el caso de un asesino que cada dos años mata a siete varones. El hecho de que los crímenes tengan lugar con este intervalo de tiempo tiene desconcertada a la policía, lo que, además, hace que la pista se enfríe. Las víctimas sólo tienen una cosa en común: a parte de ser varones, todos son estériles. La identidad del asesino es un auténtico misterio, sin embargo, siempre deja su firma: sobre los párpados de sus víctimas deposita las dos partes de la cáscara de un pistacho y este sobre su boca muerta.

La idea me vino al saber del modo de cultivo de la planta del pistacho, en la cual un sólo macho puede generar polen suficiente para fecundar a 7 u 8 hembras, alcanzando la mayor producción cada dos años. El caso es que me vino a la mente que podría hacerse un simbolismo entre esto y un asesino en serie.”



Suena muy interesante, incluso creo que esta trama podría mezclarse con la propuesta de Leila y dar como resultado un thriller espectacular.


Los dejo con el Capítulo IV de la obra de L. Frank Baum y nuevamente me disculpo por no ponerme al corriente con mis ilustraciones, pero lo haré a la brevedad, ya tengo el bosquejo de Dorothy y del espantapájaros. 

Capítulo 4
El camino en el bosque.

Después de unas pocas horas el sendero se empezó a volver escabroso, y resultaba tan difícil caminar que el Espantapájaros tropezaba a menudo en los ladrillos amarillos, que estaban puestos de modo muy irregular. A veces simplemente faltaban o estaban rotos, y en su sitio había agujeros sobre los que Totó saltaba y que Dorothy esquivaba. En cuanto al Espantapájaros, como no tenía cerebro caminaba en línea recta y pisaba los agujeros y caía cuan largo era sobre los duros ladrillos. Sin embargo, nunca se lastimaba, y Dorothy lo ayudaba a levantarse mientras el Espantapájaros se reía alegremente de su propia torpeza.


Las granjas no estaban tan cuidadas como las que quedaban atrás. Había menos casas y menos árboles frutales, y cuanto más avanzaban más triste y solitario se volvía el paisaje.

Al mediodía se sentaron en el borde del camino, cerca de un pequeño arroyo, y Dorothy abrió la cesta y sacó un poco de pan. Ofreció un pedazo al Espantapájaros, que no lo aceptó.


—Nunca tengo hambre —dijo—, lo cual es una gran ventaja, porque mi boca sólo está pintada. Si tuviera que hacerle un agujero para comer, por ahí saldría la paja con la cual estoy relleno, y eso arruinaría la forma de mi cabeza.

Dorothy entendió instantáneamente que eso era cierto. Asintió y siguió comiendo el pan.

—Cuéntame algo de ti, y del país de donde vienes —dijo el Espantapájaros, cuando ella terminó de comer. Dorothy entonces le habló de Kansas, y de lo gris que era allí todo, y cómo el ciclón la había llevado a ese extraño País de Oz.

El Espantapájaros la escuchó con atención y después dijo:

—No entiendo por qué quieres irte de este hermoso país y volver al sitio seco y gris que llamas Kansas.

—No lo entiendes porque no tienes cerebro —respondió la niña—. Por muy tristes y grises que sean nuestras casas, nosotros, las personas de carne y hueso, preferimos vivir allí antes que en otro país, por muy hermoso que sea. 

No hay ningún sitio como el hogar de uno.

El Espantapájaros suspiró.

—Claro que no lo puedo entender —dijo—. Si vuestras cabezas estuvieran llenas de paja, como la mía, tal vez viviríais en sitios hermosos, y no quedaría nadie en Kansas. Para Kansas es una suerte que tengáis cerebro.

—¿Por qué no me cuentas una historia mientras descansamos? —le pidió la niña.

El Espantapájaros la miró arrugando el entrecejo y respondió:

—Mi vida ha sido tan corta que en realidad no sé nada. Me fabricaron hace sólo dos días. Lo que sucedió en el mundo hasta ese momento lo desconozco. Por fortuna, cuando el granjero me hizo la cabeza, una de las primeras cosas de las que se ocupó fue de pintarme las orejas, así que oí todo lo que pasaba. Estaba con él otro munchkin, y lo primero que oí fue la voz del granjero diciendo:

”—¿Qué te parecen estas orejas?

”—No son rectas —respondió el otro.

”—No importa —dijo el granjero—. Igualmente son orejas. —Lo cual era verdad.

”—Ahora le haré los ojos —dijo el granjero. Y me pintó el ojo derecho, y en cuanto estuvo terminado descubrí que yo miraba al granjero y todo lo que había alrededor con gran curiosidad, porque ésa era mi primera imagen del mundo.

”—Un ojo bastante bonito —comentó el munchkin que miraba al granjero—. La pintura azul es la más adecuada para los ojos.

”—Me parece que el otro lo voy a hacer un poco más grande —dijo el granjero; y cuando estuvo terminado el segundo ojo vi mucho mejor que antes. Luego me hizo la nariz y la boca.

”Pero no hablé porque en ese momento no sabía para qué servía la boca. Me divertí viendo cómo me hacían el cuerpo y los brazos y las piernas y, cuando al fin me colocaron la cabeza, me sentí muy orgulloso, porque pensé que era un hombre tan bueno como cualquiera.

”—Este sujeto espantará muy rápido a los pájaros —dijo el granjero—. Parece un hombre.

”—Pero si es un hombre —dijo el otro, y yo estuve totalmente de acuerdo. El granjero me llevó bajo el brazo hasta el maizal y me clavó en la punta de un palo alto, donde me encontraste. El granjero y su amigo pronto se fueron, dejándome solo.

”No me gustó que me abandonasen de esa manera, y traté de seguirlos, pero no podía tocar el suelo con los pies y me vi forzado a quedarme en el palo. Era una vida solitaria, porque no tenía nada en qué pensar, al haber sido creado hacía tan poco tiempo. Muchos cuervos y otros pájaros iban a posarse al maizal, pero en cuanto me veían se volvían a ir, pensando que yo era un munchkin; eso me agradaba, y me hacía sentir una persona importante. Un cuervo voló durante un rato a mi alrededor y, después de examinarme con atención, se me posó en un hombro y dijo:

”—No sé si ese granjero habrá pensado que me iba a engañar de una manera tan burda. Cualquier cuervo con un poco de sentido común se daría cuenta de que sólo estás rellenado con paja.

”Luego saltó a mis pies y comió todo el maíz que quiso. Los otros pájaros, al ver que yo no le hacía daño, vinieron también a comer maíz, y en un instante me vi rodeado por una gran bandada.




”Eso me entristeció, porque me demostraba que, después de todo, yo no era tan buen espantapájaros; pero el viejo cuervo me consoló diciendo: “Si tuvieras cerebro en la cabeza, serías tan buen hombre como cualquiera, y mejor que algunos. El cerebro es la única cosa que vale la pena tener en este mundo, sea uno cuervo u hombre”.

”Cuando se fueron los cuervos pensé detenidamente en el asunto, y decidí hacer todos los esfuerzos necesarios para conseguir un cerebro. Por fortuna apareciste tú y me sacaste de la estaca, y por lo que dices estoy seguro de que el gran Oz me dará un cerebro en cuanto lleguemos a la Ciudad Esmeralda.

—Eso espero —dijo Dorothy con fervor—. Pareces tan ansioso.

—Sí, estoy ansioso —respondió el Espantapájaros—. Es tan incómoda la sensación de saber que uno es tonto. —Bueno —dijo la niña—, en marcha. Y entregó la cesta al Espantapájaros.

Ahora no había cercas a los lados del camino, y la tierra estaba totalmente descuidada. Hacia el anochecer llegaron a un gran bosque, donde los árboles eran tan altos y apretados que las ramas se tocaban por encima del camino de ladrillos amarillos. Bajo esos árboles apenas había luz, pues las ramas casi ocultaban el sol; pero los viajeros no se detuvieron y se internaron en el bosque.

—Si este camino entra en el bosque, en algún momento debe salir —dijo el Espantapájaros—, y como la Ciudad Esmeralda está en el otro extremo, debemos seguirlo.

—Eso lo sabe cualquiera —dijo Dorothy.

—Sí, claro; por algo lo sé yo —respondió el Espantapájaros—. Si para darme cuenta necesitara un cerebro, nunca lo habría mencionado.

Al cabo de una hora se fue la luz, y se encontraron tropezando en la oscuridad. Dorothy no veía nada, pero Totó sí, porque algunos perros ven bien en la oscuridad; y el Espantapájaros declaró que veía tan bien como de día. Dorothy, entonces, lo tomó del brazo y pudo caminar bastante bien.

—Si ves una casa o cualquier sitio donde podamos pasar la noche —dijo—, debes anunciármelo, pues es muy incómodo caminar en la oscuridad.
Un momento más tarde el Espantapájaros se detuvo.

—Veo una casita a nuestra derecha —dijo—, hecha con troncos y ramas. ¿Entramos en ella?

—Sí, por supuesto —respondió la niña—. Estoy muy cansada.

El Espantapájaros la guió entre los árboles hasta que llegaron a la casita, y Dorothy entró y encontró una cama de hojas secas en un rincón. Se acostó enseguida, y con Totó a su lado pronto se quedó profundamente dormida. El Espantapájaros, que nunca se cansaba, se quedó en otro rincón y esperó pacientemente a que llegara la mañana.


2 comentarios:

  1. ¡Curioso lo de los pistachos! Jajaja.

    El hecho de que sean hombres estériles las víctimas me resulta interesante, el asesino ha tenido que tener un trauma interesante para tenerlos como objetivo...

    La idea de "ensalzarlo con mi historia" podría estar bien, solo que bueno, mi idea era un crimen pasional o vengativo, en este caso al ser un asesino en serie, la historia cambia.
    Pero claro, tampoco tendría porqué ser así mi idea puesto que luego entre los 6 haremos lo que nos plazca jaja

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  2. Me alegro de que os parezca curiosa la trama, desde luego es algo que puede mezclarse con otras ideas e, incluso, ponernos de acuerdo para transformarla entre todos los autores. Estoy deseando ver qué más tramas se os ocurren.

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