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miércoles, 13 de abril de 2016

“Hollywood, la raza y varios más.”








Bienvenidos nuevamente a este espacio que es tan suyo como mío, muchas gracias por honrarme visitándolo.

Para los que tenemos ya más de cuarenta años y en algún momento vivimos en la ciudad de México, es muy conocida la frase que da nombre a esta entrada.

“Hollywood, la raza y varios más.”

Así rezaba cada uno de los anuncios de radio, televisión o incluso  periódicos en que los estrenos de la semana en el cine eran publicitados.
Hollywood y la raza eran dos de los cines más grandes del ex Distrito Federal –como han cambiado los tiempos, que ya hasta la ciudad tiene otro nombre- y por supuesto no eran cines como los de ahora,  sino mega salas más parecidas a teatros o auditorios que a los multi cines de cadenas a los que ahora estamos tan acostumbrados.

Antes de la omnipotente presencia de organización Ramírez y sus Cinepolis, estaba también el enorme Toreo de Cuatro Caminos, Diana, Chapultepec, Latino, Palacio Chino, Alameda, Insurgentes, Dorado 70 y el que recuerdo con más cariño el Continental.

El Continental hubiera parecido un cine más de los de la época si no fuera porque en su  fachada había una reproducción del castillo de la Bella Durmiente, por supuesto que si lo viéramos en la actualidad sería una reproducción pequeña, pero en la imaginación de un niño, el castillo era enorme.



El continental además de su peculiar fachada tenía la particularidad de exhibir los clásicos de Disney, fue ahí donde pude ver Pinocho, Bambi y el Libro de la Selva – por cierto la versión mexicana es excelente pues la voz de Baloo la hizo uno de los dos mejores cómicos que ha dado este país y seguramente también de los mejores a nivel mundial, el inigualable Germán Valdez “Tin Tan”, quien además de ser actor era un cantante tremendo-.

Cada uno de esos lugares mágicos, además de su imponente aforo tenían al frente un especie de rampa que separaba las butacas de la zona de pantalla, en esa época eran usuales los intermedios, diseñados para abastecerse nuevamente de golosinas en una pausa de aproximadamente diez minutos en la proyección de la película, por supuesto esa interrupción ahora podrá parecer impertinente y meramente comercial, pero para mí -y se que para muchos de los que fueron niños en esa época- era uno de los momentos más esperados de las visitas al cine.



El intermedio, era un equivalente al recreo escolar, sin los índices de delincuencia que ahora hay y dentro de una sociedad más confiada e inocente, los padres no tenían empacho en dejar que nos separáramos de su lado para ir a jugar a esas tremenda rampas en las cuales corríamos o nos dejábamos caer como si se tratase de una resbaladilla gigantesca, para cuando las luces comenzaban a apagarse nuevamente todos los niños regresábamos a nuestros lugares a seguir con la diversión y magia del cine.

De esos añorados tiempos recuerdo las películas de Herbie, conocido en México como Cupido motorizado y sobre todo las de los que eran dos de mis ídolos: Bud Spencer y Terence Hill, ambos actores italianos, que vaya a saber porqué razón adoptaron nombres anglosajones para su carrera cinematográfica.



Con nombres como “Un amigo es un tesoro”, “Banana Joe”, “Juntos son dinamita”  y “Súper policías”, sus cintas me llenaron de momentos de diversión, en los que era posible creer que el par de amigos –quienes siempre iniciaban su amistad con una disputa-  podían enfrentarse a la mafia, piratas, pistoleros y cualquier enemigo imaginable, únicamente con sus puños.

Desde la infancia no he vuelto a ver esas películas, quizá ahora no me resultarían ni la mitad de divertidas de los que se conservan en mi memoria. Ya me pasó con Flash Gordon, cinta de inicios de los ochentas más recordada por la banda sonora a cargo de Queen que por sus virtudes técnicas, sin embargo cuando la vi a los seis años me pareció maravillosa, recuerdo a ver ido con mi padre, llegamos tarde y la película ya había iniciado.

He omitido mencionar una de las maravillas de la época, “la permanencia voluntaria”,  es decir que podíamos quedarnos a ver la película cuantas veces quisiéramos con el pago de un solo boleto o en su defecto ver el inicio si es que habías llegado tarde.



En esa ocasión haciendo uso de la fantástica permanencia voluntaria, mi padre y yo nos quedamos a ver el inicio, había una secuencia que a mí me había encantado en la que Flash Gordon vence a los robots del malvado Ming con una especie de sandia galáctica emulando un “juego de futbol americano.” Sé qué pensarán que suena bastante ridículo, pero por favor entiendan y traten de situarse en la mente de un niño para el que por primera vez se reunían dos de sus pasiones, me refiero por supuesto a la ciencia ficción y al futbol americano, no a las sandias galácticas.

El punto es que con la esperanza de que mi padre no recordara que esa parte ya la habíamos visto (iluso de mi) me quedé pegado a la butaca, esperando a volver a ver la para mi mítica escena, papá ya se había puesto de pie, sin embargo siempre antes que ser un padre fue un  grandioso amigo, sin palabras entendió mi emoción y volvió a sentarse hasta que terminó la secuencia señalada, para posteriormente tomarme de la mano y salir juntos del cine.

Muchos años después quise revivir esa emoción al lado de mi esposa, rentamos la película en cuestión, lo cual durante todo el trayecto a casa alabé como una joya de la cinematografía.

Las burlas de mi esposa, respecto a lo ridícula y mal hecha que es la cinta, no hicieron más que ayudarme a  darme cuenta de que hay cosas que deben permanecer mejor en nuestra memoria respaldadas por un filtro de nostalgia. 



Saludos.  

Este post continuará…


4 comentarios:

  1. me encanta tu blog amigo
    sigue siempre asi
    lastima que no hay casi adeptos a las hadas y a estos mundos irreales
    a mi me encantaría que nuestra comunidad creciera ,pero casi nadie publica ni comenta nada

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    1. Muchas gracias amiga, esta es tú casa siempre que quieras regresar.Saludos

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  2. Amigo J.F.Dominguez siempre que lo visito me deja con una sonrisa y es de admirar de la manera en que narra sus experiencias vividas...es maravilloso tener mi sillita por aca...abrazucos

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